jueves, 4 de diciembre de 2008

Segunda entrada: jueves casi mediodía

Momento de quejarme de nuevo.
El lunes además de juntas inoperantes e improductivas llegó la última versión formada de la revista. Toda la mañana del martes estuve trabajando en ella, marcando errores y demás, después el miércoles le dejé la impresión a Verenice (la chava de servicio social que nos ayuda) para que marcara lo que yo no había visto o lo que ella considerara debía ser cambiado. Hoy en la mañana, durante una mini junta con un colaborador de la revista, junta a la que nadie aparte de mi llegó, el señor éste también marcó cosas que se nos habían ido a los demás. Cabe mencionar que es la segunda versión ya formada de la revista, ya había marcado cosas en la primera y cambiado cosas, junto con correcciones de los antes mencionados y de dos personas más de la revista. Suena como que la revista va viento en popa ¿no?
Pues no.
Le doy el impreso a Mariana, trabaja permanentemente en la revista como yo, y al empezar a revisarlo me dice “Oye, pero estas no son las versiones finales de los textos, no son las que yo tengo” y obviamente le dije “A ver, espérate, ¿qué?” “Yo tengo unas versiones distintas, las finales, que le mande a Aidee [la diseñadora, que es amiga mia], y no son éstas.” Entonces procede a decirme que no tiene caso seguir trabajando sobre el papel ya que no son las versiones finales y le manda un correo a Aidee con las versiones finales para que forme de nuevo 3 artículos, los cuales ya tenían de jodido unas 40 marcas mías, viudas, callejones, cortes de palabras incorrectos, bajar líneas, sangrías y demás.
Todo esto se traduce en que gracias a la informalidad de la oficina y el desmadre de entre no mandar los mails bien, cada quien mandar el texto o versión del texto que se le antoja y la falta de comunicación el trabajo de tres personas vale un pepino.
Todo esto me lleva a describir el ambiente de la oficina donde trabajo. Es el recinto de la informalidad. Y eso me encanta. Me fascina poder llegar tarde, poder salirme temprano, poder salirme porque tengo que ir al banco, tener acceso a internet, poder chatear y demás. Pero es bastante frustrante que las cosas empiezan a desorganizarse excesivamente rápido y fácil; esto que pasó hoy con la revista es una más de las faltas de comunicación y cada quien trabajando por su cuenta. Cada que hay un evento de la coordinación o de la revista, cada persona toma la parte que tiene asignada y la hace de la manera que se le antoja, al ritmo que quiere y muchas veces cuando no sale, culpan al de al lado o al “organizador”, a quien por cierto jamás le hicieron caso ni pelaron durante las juntas de planeación. Nunca me ha tocado ser el organizador o planeador, pero me ha tocado ya varias veces tener que hacer las cosas dos veces porque alguien se confundió e hizo mi trabajo o hizo lo que no le tocaba y eso me jode a mi, y a otros 3.
Obviamente, también he caído en el error de no comunicarme y de joder a otro, no trato de aventarle toda la culpa al de al lado y decir que mi trabajo es impecable, que nadie trabaja en equipo tan bien como yo, pero cuando estoy haciendo pendejadas intentó reconocerlas y analizarlas para no seguir haciéndolas; y si alguien me corrige por estar haciéndolas no me enojo ni pienso que el otro es un imbécil por atreverse a corregirme.
Y esto me enoja por partida doble ya que cada miércoles, en la junta semanal de la coordinación, cada persona se envuelve en su bandera cual niño héroe y se vuelve la victima de la desorganización de los otros. Entonces las juntas se convierten en un “él dijo, ella dijo” de gente discutiendo una sarta de estupideces que, además de todo, me tengo que fumar porque Elsa [mi jefa], muy sabiamente, ha dejado de venir y luego le paso los resúmenes de la junta y los berrinches de las personas. Claro, lo mejor es cuando Irma [mujer a quien detesto, no por ser mujer, sino porque es una perra] agarra y decide que sólo ella porta la verdad universal y nos la quiere meter a huevo en el hocico a todos y ella es la que más trabaja y más se esfuerza según su propia visión del mundo. Y un día la cabrona se atrevió en la junta a voltearse, señalarme y decirme que como Elsa está ahorita más metida en la academia que en la coordinación, y por ende en la revista, Mariana y yo estábamos como que muy perdidos y sin rumbo. Y como lo dijo así bien fresh y casual me sulfuré, la interrumpí en medio de su diatriba de chingaderas, y le dije “Irma, disculpa, tengo 26 años y 3 trabajando como corrector, no necesito que Elsa me esté agarrando la mano todos los días y diciéndome cómo hacer mi trabajo, me deja una serie de indicaciones semanales y objetivos a cumplir, los cumplo y entrego los resultados con Elsa. No estoy ni confundido ni perdido, tengo muy claras mis responsabilidades y mis asignaciones en la coordinación y la revista, no sé de dónde sacas que andamos perdidos y sin rumbo, el trabajo se hace y sale a tiempo, no necesitamos a Elsa de nuestra niñera.”
Obviamente, el jefe saltó a la discusión y nos tranquilizó antes de que Irma me saltara a la yugular o de que yo le aventara mi taza de café en la cara.
Para finalizar, mi punto es que aunque me gusta un ambiente de trabajo tan libre en el cual no estamos encadenados al escritorio ni vivimos para la oficina, me caga trabajar por partida doble porque a alguien no se le ocurre revisar si el pinche impreso en el que 3 personas estamos trabajando es el que le interesa que se publique, porque este número fue editado por Mariana, se podría haber molestado en preguntarme desde hace semanas si ya estaba formado o asegurarse de que Aidee lo estuviera haciendo; se supone que ese es el trabajo del editor. Pero no, ahora resulta que casi es mi culpa por no asegurarme de que Aidee reciba los textos que ni siquiera yo tengo, porque las versiones originales que corregí no son las que terminaron usando, entonces un número que de por si va retrasado se acaba de retrasar más porque hay que formar de nuevo las primeras 37 páginas.
Lo bueno es que como somos parte del sistema y de la burocracia nos va a tocar nuestra quincena y nuestro aguinaldo aunque nos sentemos en la oficina a sacarnos los mocos todo el día.

1 comentario:

Filiola dijo...

¿Y si alguien de tu oficina lee esto? :S