viernes, 22 de octubre de 2010

Titulo pendiente


Después de casi un año de querer ver “Let the right one in” (Låt den rätte komma in en sueco) por fin la renté y me di el tiempo de verla. Soy muy desidioso con las películas, tengo que estar de cierto humor para verlas, por más ganas que tenga. Esa es una de las razones por las cuales no voy seguido al cine, tengo que realmente estar de cierto humor para chutarme una película y, la mayoría de las veces, en el cine no me la pasó tan bien por los idiotas aleatorios que abundan en las salas (los que no dejan de hablar de cualquier cosa menos de la película, los que son incapaces de seguir la trama, los que hacen bromas estúpidas o los que están muy interesados en su celular), pero de vez en cuando una película me llama tanto que tengo que ir a verla al cine (o, en el caso del último año, Priscila quiere verla en el cine y vamos a verla). Ese era el caso de esta película, desde que leí reseñas sobre ella quise verla, después vi las reacciones de la gente y supe que tenía que verla; el gran problema es que a México es más común que traigan basura regurgitada y de consumo fácil que películas de calidad, a menos que se de el caso de que una película sea buena y además pueda ingresar mucho dinero en taquilla (como el caso de Toy Story 3, Alicia en el país de las maravillas y otras, que, aunque no son joyas de la cinematografía, no son basura como Día de San Valentín o la infinidad de comedias románticas con que nos bombardean).
Debo aceptar que no soy un cinéfilo, no veo películas de arte, indies o documentales, mi gusto es bastante ecléctico y puedo disfrutar películas como Exterminio 1 y 2 (28 days later y 28 weeks later por sus títulos originales) o las clásicas de matanza y zombies, así como puedo sentarme y disfrutar películas como El séptimo sello de Ingmar Bergman (aunque esa película en particular me costó mucho trabajo), por lo que no fingiré que soy la norma en cuanto a películas, nunca voy a la Cineteca Nacional, no voy a las muestras de cine y es muy raro que vea películas que vienen de Chechenia, Turquía o algún otro país que tiene una industria cinematográfica más pequeña que México. Pero creo que dentro de mis preferencias no artísticas y un poco estándares tengo un buen gusto; las películas que más disfruto, por lo general, tienen bastante sufrimiento y, en muchas de ellas, al final triunfa el espíritu humano, pero no de la manera cliché y barata casi con un deus ex machina que no tiene sentido o que se siente falso. Eso sí, odio las películas que te obligan a llorar o que buscan que llegues a una catarsis que siento forzada (estoy pensando en Dancer in the dark de Lars Von Trier donde es imposible no sufrir con el personaje principal).
De regreso al tema de esta entrada, “Déjame entrar” es una película basada en un libro sueco que no he leído, pero que planeo leer apenas tenga dinero para pedirlo de amazon, y cuenta la historia de un niño, Oskar, quien no tiene amigos, vive solo con su madre y es victima de abusos en la escuela. Una de las primeras escenas que vemos es a Oskar en ropa interior con un cuchillo en la mano diciendo “grita, chilla como puerco” a un enemigo imaginario. Su pelea se ve interrumpida por la llegada de un taxi del cual bajan nuevos vecinos: un señor de arriba de 50 años y un infante medio andrógino. Otra noche Oskar se encuentra en el patio común de su condominio practicando acuchillar a un árbol mientras le dice que grite como puerco cuando aparece el ser andrógino de antes y resulta ser una niña de 12 años que se llama Eli.
Para no arruinar la trama de la película, ésta es una historia de amor en su sentido más básico. Oskar se enamora de Eli y ella parece corresponder su cariño, pero por ser niños, y para colmo suecos, nunca hay un acercamiento muy explicito o una gran demostración de romance. El género de la película es el terror y sí tiene algunas escenas muy perturbadoras y otras muy tensas en las que estás esperando que pase algo malo. Lo que más me gustó de la película fue esa facilidad que tuvo conmigo de conectarme con los personajes, de sentir algo por ellos y de sentir ese amor de trasfondo, un amor inocente en un contexto lleno de violencia y muerte. Pero los personajes se mantienen inocentes e infantiles, Oskar nunca deja de ser un niño con imaginación y ciertas esperanzas, y después contagia a Eli con esto en la que considero la escena clave de la película donde ella le demuestra un amor incondicional ante un berrinche infantil de Oskar. No soy una persona romántica pero no he llegado al pragmatismo total como para negar los sentimientos y puedo detectarlos todavía (mínimo hasta que me convierta en el científico de Las partículas elementales, lo cual me aterra, pero a veces pienso que en efecto terminaré siendo él en cierta medida). Esa inocencia de los personajes me hizo recordar a cuando era un niño, cuando todo parecía tan fácil y el ideal del amor te resolvía más problemas existenciales de los que en realidad tenías, recuerdo la expectativa de tener novia, de saber si te estabas clavando, sentir esos primeros enamoramientos donde pareces perrito moviendo la cola cuando llega el dueño con comida; y hay gente que tiene una capacidad enorme de maravillarse ante la nimiedad y ante cada nueva relación y se juran a sí mismos que esta sí es la buena (debo aceptar que no tengo en muy alta estima a la gente que es así con cada relación, me parecen infantiles, pero recuerdo cómo se sentía y tiene algo de idílico, como cuando recuerdas tu casa de la infancia como si hubiera sido enorme, del tamaño de un Taj Mahal y en realidad era un departamentito en el que no cabía la familia, pero en tu mente siempre será ese lugar inmenso que vio tus primeras peleas contra tus terrores, en mi caso, esas casas pequeñas en las que viví fueron los primeros lugares donde escapé del mundo real y me sumergí en un mundo imaginario que no tenía fronteras. Recuerdo el patio de mi casa de Victoria como un espacio gigantesco que recorría constantemente con mis juguetes, generalmente soldaditos de plástico, y que era escenario de incontables batallas; vi ese patio hace un año y no es tan vasto como recordaba, ni tan bonito y verde, aunque eso es por años de abandono, pero no pude evitar sentir la nostalgia de que ahí pasé unos de los años más felices de mi vida).
A final de cuentas, y retomando el tema inicial, esta película es una de esas joyitas que valen mucho la pena y que espero mucha más gente vea. Es violenta, es terrorífica, es tensa, es sangrienta, pero también está llena de ese amor cándido e inocente. Tiene dos o tres escenas que podrían tener un valor erótico muy alto, excepto que los protagonistas son niños, entonces sientes que no lo hacen con un subtexto sexual, es parte de esa inocencia de la juventud. Aunque sin duda, de acuerdo a las reseñas, existe una carga mucho más sexual en el libro, aunque no tanto alrededor de los personajes. Simplemente me basta decir que hay un momento en la película donde Oskar le dice a Eli “beso” en clave morse después de uno de los eventos más violentos de su joven vida. Si eso no es romanticismo y amor entonces no sé qué lo pueda ser.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Blog bicentenario

Aunque realmente no tengo el menor interés en hablar del Bicentenario y los festejos que cada gobierno planea para darnos pan y circo, porque obviamente los miles de millones que gastaremos en la fiesta del miércoles no podrían ser utilizados para quitar baches de las calles, mejorar las carreteras, darle una manita de gato a las sub-estaciones eléctricas de la ciudad o hacer cosas banales como utilizarlos para que no colapse el sistema de pensiones en México y evitar que miles de viejitos se queden sin un método de subsistencia y que cuyo único panorama sea meter cosas en bolsas en la Comer o en el City Market (siempre está el suicidio como opción, pero no la propondré, porque eso sería muy morboso). No, hay que utilizar el dinero en algo que valga la pena y mejoré México: tronar hartos cuetes, gritar hartas pendejadas y hacer campaña para 2012. ¡A huevo, así sí da gusto gritar Viva México chinga!

Antes de distraerme mentando madres de este pinche país jodido gobernado con mentalidad mediocre (perdón, se me salió de nuevo) sólo estaba haciendo esta entrada para mantener este blog activo. He tenido mucho que decir con el paso de los meses, pero no he tenido la motivación para escribirlo ni las ganas de que personas lo lean o sepan.

Aquí está un resumen de las cosas:

-Llevo casi un año en una relación, nunca creí que otro ser humano me aguantara tanto o yo aguantar tanto a otro ser humano. Es difícil, sobre todo porque mi manera de ver la relación no tiene nada que ver con la manera en que ella la ve. Pero bueno, supongo que de cierta manera eso es normal o de esperarse.

-Tengo un perro que se llama Lorenzo. Es un beagle que mi novia encontró en la calle y la siguió hasta su casa. Tenía los dientes podridos, aunque tengo mi teoría de que era mitad beagle mitad dragón de comodo por la manera en la que le apestaba el hocico. Pero ahora, después de visitas al veterinario, mucha comida y ejercicio, es un perro bastante presentable. Al parecer ya está viejito, bueno, "madurito", pero teniendo mucha chispa y es bastante chistoso convivir con él. Tiene una fijación de dormir en mi cama pegado contra mis pies, sólo cuando me estorba mucho lo bajó de la cama y le pongo unos cojines en el piso. Pero en general es muy entretenido tener mascota de nuevo.

-La revista se está acercando a un momento en el cual da patadas de ahogado ante la ineptitud of the powers that be y si no fuera por unos cuantos ya se habría hundido en el fondo de la mediocridad (a pesar de que es mi trabajo, la revista es bastante promedio), pero ahí seguimos, no queda de otra. No estoy seguro de si la revista seguirá existiendo en esta coordinación o si yo seguiré siendo parte de ella cuando nos llegue el 2011.

-Cambio de roomates. Bien hasta el momento. Como siempre la convivencia es más sencilla cuando apenas vas conociendo a las personas y no les ha tocado fumarse tus traumas ni tú los de ellos.

-Ahora me dejo el bigote. No ha tenido un cambio radical en mi personalidad ni nada, sólo es chistoso mencionarlo.

-Immortal hizo un hermoso disco que se llama All Shall Fall y he estado medio obsesivo con él, aunque Skyforger de Amorphis está bastante cerca en las veces que lo pongo en la ipod.

-Sigo despreciando a la gente que insiste en ponerse los reflectores encima. Lo menciono porque últimamente me ha tocado estar cerca de algunos/as a quienes ni les están hablando pero insisten en ser vistos. Aviso: si nos importara una chingada lo que están diciendo, lo escucharíamos, los estamos ignorando adredede, neta, no estamos sordos.

Creo que por el momento es todo. Las cosas siguen muy parecidas en mi vida, como le digo comúnmente a la gente "mi vida no es tan interesante como para que te pueda estar contando cosas seguido" y mucho menos es lo suficientemente interesante como para que esté escribiendo sobre ella.

Ah sí, ya conseguí el último libro de la última trilogía de Ian Irvine y es todo lo que esperaba y más, leo casi 100 paginas por día.

De paso, viva México, jodido como está, pero hay que reconocer que la gente le chinga bastante porque algún día salgamos de la mierda en la que 90 años de mal gobierno nos tienen.

miércoles, 7 de abril de 2010

Cosas que odio: #10 - Los doblajes

Esta entrada es una vil copia del blog de Elisa, aunque lo que haré para que sea original y no una copia al carbón será dedicar una entrada a cada una de las cosas de mi lista de odios, lista que es interminable por cierto, pero creo que puedo crear un top 10 de las cosas que más me disgustan.
Pero bueno, empecemos por el número 10 hasta llegar al ganador.


Ver la película "Los increibles" en español fue lo que motivó que los doblajes entraran a mi top 10. Escuchaba las voces y me daban ganas de demandar a las personas encargadas por matarme neuronas. ¿En serio Consuelo Duval en el doblaje? Lo siento pero esa pinche vieja es una macuarra y su constante uso de "chido manito" "ay ya bajale carnal" y frases así durante la película lo demuestran. No es posible que quien haya visto la película en ingles y decidido traducir el guion para el doblaje tenga tan poco cerebro y un lenguaje tan limitado; esto no quiere decir que esperaba que usarán palabrejas complicadas o culteranismos del siglo 17, pero pudieron no haber puesto a los personajes principales a hablar como Adal Ramones. ¿Y luego la gente se pregunta por qué los niños/adolescentes tienen un lenguaje de 50 palabras?

Eso me lleva a lo siguiente.
Recuerdo que cuando era niño los doblajes no eran malos, es más, los doblajes de Disney eran una maravilla, al grado que me es imposible ver algunas películas de Disney en ingles porque arruinaría el recuerdo de ellas en español, en las épocas en que había buenos doblajes, no las porquerías que han hecho últimamente. De hecho, me es imposible ver Los Simpson en otro idioma, frases como "anda la osa" son tan clásicas de Homero que no puedo escuchar las originales sin querer cambiarle a español. Lo mismo me pasa con ALF y con El principe del rap (las he estado viendo en Nickelodeon en las noches y a pesar de tener la opción de ponerlas en ingles siempre las pongo en español).
Pero luego veo porquerías como Los Increibles o Shrek y me enfurezco. No es posible que descuarticen libretos de esa manera y que, para colmo, luego sea la única manera de ver esas películas en el cine porque como los padres del nuevo milenio son unos huevones no quieren tener que estar leyendo en el cine, así que obligan a los hijos a ver las películas en español. Seamos sinceros, si llevas a un niño de 8 años a ver una película y tiene subtitulos, los va a leer, a lo mejor al principio se queja, pero después le vale y se va a reir igual que si no tuviera que leer. A los 8-10 años yo iba a ver películas como Robocop 2, Batman regresa y otras por el estilo al cine, estaban en ingles obligatoriamente porque tenían personas y no eran para niños, y nunca me molestaron los subtitulos, eran parte de ver una película. Si querías ver las películas en español, ya que en las épocas de Beta y VHS no existía eso de cambiarle el idioma y subtitulos a tus películas, te esperabas a que las pasarán en el 5 y te dabas vuelo.
Me acordé de Shrek como un pésimo doblaje este domingo. Fui a ver la de "Cómo entrenar a tu dragón" (por cierto esta película SÍ está buena, vale la pena verla y el doblaje en México no es malo, es medio teto, pero no es malo) y en los cortos previos pasaron los de Shrek 4. Me dieron ganas de tener mi Ipod cuando empezó la voz del burro y de Fiona, eran voces chillonas (como la de Anahí, nomás no TAN pinches horribles y enervantes) y con la clásica frasecita de "chido carnalito" que nomás hace enojar. No quiero parecer un snob de mierda, sí uso la palabra chido y hasta la palabra carnal, pero no definen mi vocabulario, no resumo mis conversaciones a "chido" ni forma parte de cada respuesta que doy. Pero a veces estoy en un café pendejeando y por encima de mi Ipod escucho las conversaciones a gritos de los mocosos prepubescentes e imberbes que van a los Starbucks (para colmo los Starbucks de por mi casa están llenos de preparatorianos), a veces me llaman tanto la atención que le pongo pausa a la música para escuchar las idioteces que dicen y me sorprende que hayan llegado a la prepa. Lo cual me indica dos cosas: o nuestro sistema educativo en serio se fue a la mierda hasta en el nivel privado, o sólo tienen deficiencias cerebrales en las regiones del cerebro que controlan en lenguaje. Además de ser a gritos, las conversaciones son monosilabicas, todo se resume a distintas entonaciones de "Güeeeeey" "Güeyyyyyyyyyyy" "Güe", distintos tipos de "chido" seguidos de una que otra groseria o expresión pendejona y carcajadas sin control. Lo peor es que no sólo parece molestarme a mí, veo a muchas personas viendo a esos grupitos con odio. Pero esos grupitos van a ser parte de otra entrada así que me enfocaré por el momento sólo en su lenguaje tan primitivo como el de los hombres de Cromagnon.
En efecto, culpo a la tele y a las películas de estas deficiencias comunicativas de la juventud en México. No puedo evitarlo. Recuerdo las caricaturas y programas de cuando era niño y al hablar con gente de mi edad o mayores veo que no tienen ese lenguaje tan limitado, y no me refiero a gente que haya salido de mi facultad o de mi trabajo, ni siquiera lo estoy limitando a gente con una educación universitaria; si hablas con cualquier televidente que se formó viendo la tele en los 80s y media década de los 90s notarás que tienen un vocabulario más rico que el de muchas personas que se formaron viendo Bratz, Hanna Montana y demás porquerías que los niños consumen como si fueran tesoros de la modernidad.


Bueno, por el momento aquí acaba esta entrada enfocada en mi odio a los malos doblajes tanto en la tele como en las películas. Durante el rato que estuve escribiendo escuché el disco Brujerizmo de Brujeria.

lunes, 25 de enero de 2010

Lunes a mediodía. O, Las cortinas de humo

He estado siguiendo las noticias estas últimas semanas, sin mucho interés si he de ser sincero, entre la catástrofe de Haití, los narco homicidios en México y la iglesia rasgándose las vestiduras por lo del matrimonio de homosexuales en la Ciudad de México. Estuve notando una tendencia en casi todos los periódicos que leía (no cuento las noticias de la televisión ya que rara vez las veo). Los medios crean cortinas de humo ante el horror. Imaginemos que la noticia es una fotografía, en ella hay una escena de un horror y una inhumanidad increíble, es tal la brutalidad y la “realidad” de la imagen que el cerebro instintivamente busca otro punto de enfoque para cuidarnos de la locura que nos va a provocar el mirar eso durante más tiempo. En los medios de comunicación masivos primero revisan de pasada la imagen principal, nos enfrentan con el horror de lleno y después empiezan a fijarse que en la esquina derecha sale un perrito con un suéter muy coqueto, que en el fondo se ve un árbol con manzanas, que en el piso se ven las marcas de unos neumáticos y que en una pared fuera de foco podemos ver un graffiti con temas revolucionarios; y así, lentamente, alejaron nuestra vista y nuestra percepción del horror y la locura que nos esperaba si nos enfocábamos en la imagen principal.


Obviamente no presento esto como una hipótesis deconstructiva de los medios de comunicación ni como un llamado a cambiar las cosas o a dejar de leer el periódico, es simplemente algo que empecé a notar gracias a lo de Haití y a lo de la reforma de las leyes de convivencia del DF. ¿Por qué es tal el énfasis en la “invasión” militar de Estados Unidos a Haití después del terremoto? ¿Por qué la imagen de unos marines aterrizando en el palacio de gobierno de Puerto Príncipe le dio la vuelta al mundo? ¿Por qué los periódicos de corte centro izquierda enfocan su atención en el Imperio extendiendo sus garras a Latinoamerica con ganas de conquista? ¿Por qué los periódicos de centro derecha justifican el arribo de tropas? Muy simple, porque si no nos distraen, y se distraen a ellos mismos con eso de paso, lo único que nos pueden mostrar es el horror que debe ser Haití ahora: 200 mil muertos, miles de heridos de por vida, putrefacción y muerte en las calles, un país miserable con una historia reciente llena de violencia y más muerte, imágenes de tumbas comunales apiladas con cadáveres que nadie va a reclamar, imágenes de niños desnutridos y mutilados, imágenes de padres de familia llorando por los hijos muertos, el hombre reducido a su estado más animal y primario buscando sobrevivir de cualquier manera posible.
¿Qué cerebro cuerdo podría ver esto todos los días y seguir conectado a la realidad? Cuando nuestro mayor problema es que nos tocaron varios semáforos en rojo, que hay mucha fila en el banco, que cablevisión no tenía nada bueno en la tele, que la película que anhelábamos ver es en realidad una mierda, ¿en realidad podríamos enfrentarnos al horror inconmensurable de una catástrofe como la de las últimas semanas y salir indemnes? Obviamente, si nos pasa a nosotros, un nuevo 85, tenemos que adaptarnos para sobrevivir, o quedarnos quietecitos y esperar a que todo pase, o a morir tranquilamente. Y no digo que nuestros problemas arriba mencionados sean una idiotez, pero es con lo que sabemos lidiar cotidianamente, lo que nuestro cerebro puede aceptar y procesar.

Terry Pratchett, escritor satírico inglés, tiene una serie de novelas llamada Discworld y en ellas Muerte es un personaje al cual los adultos no pueden ver porque sus cerebros se niegan a aceptar que está ahí porque no quieren ver la muerte. Hasta hace poco no había entendido la profundidad de ese símil. Una vez que dejamos la niñez y comprendemos a la muerte como algo más que un viaje largo o una ausencia, es más como un sufrimiento permanente y unas cicatrices que realmente nunca se borran (no la muerte propia obviamente, la de gente que conocemos, las cicatrices las traemos los vivos, los muertos ya nada sienten o saben), adoptamos un sistema de protección personal que nos impide bañarnos de muerte (porque parte de estar vivo es estar rodeado de muerte) porque si aceptáramos y viéramos toda la muerte del mundo, así como la infinidad de horrores que conforman el día a día de los seres humanos, indudablemente acabaríamos sumidos en la más grave de las locuras, o nos volveríamos insensibles al grado de perder nuestras concepciones de la dicha y del dolor.
Claro, existen muchas personas que gustan de ver el horror humano porque no les está pasando a ellos. Los vemos a diario en la calle, tal vez algunos de los que lean esto son parte de esas personas, y son aquellas personas que pueden ver los periódicos de nota roja y las imágenes cruentas y “gore” que encontramos en internet y no sentir nada, bueno, seguro sienten algo, unos curiosidad, otros asco, otros atracción y otros indiferencia total. Muchos de nosotros apartamos la mirada y fingimos que no acabamos de ver esa horrible imagen, porque una cosa es ver una imagen así o más horrible en una película, comic o leerla en un libro de ficción, a final de cuentas sabemos que es una historia, por más basada que esté en hechos reales es falso; si regresamos unas páginas más, el personaje sigue vivo, si regresamos a la primera escena de la película ahí sigue el niño jugando con su perrito, no tenemos que verlo morir, o simplemente lo vemos morir y nos decimos a nosotros mismos “al fin no es real”. Pero cuando pasa en un país que podemos localizar en un mapa ya no es ficción, tal vez estén a cincuenta mil kilómetros de distancia, pero podría pasar aquí, ese temblor podría pasar aquí, y no aquí en el país, aquí en la ciudad, y entonces vamos a ser nosotros los que tengamos que pedir agua en botella a otros países, latas de atún y chicharos, lo que sea, pero que nos ayude a sobrevivir. Y cuando es así de real, muchas veces alejamos la vista y nos enfocamos en si los gringos están invadiendo o si los “pobres negritos” están recibiendo las botellas de agua que mandamos.

Claro, también nos enfocamos en las historias del triunfo del espíritu y la resistencia humana, como la imagen del niño levantando los brazos y sonriendo por estar vivo, la de la anciana cantando y gritando de felicidad mientras la sacan de unos escombros en una camilla, la de los familiares abrazados después de haber pensado lo peor. Nos tiene que quedar algo de esperanza después de todo, toda tragedia, por más horrible que sea, tiene sus momentos donde el espíritu humano, el mismo que nos ha salvado de la extinción, brilla por su presencia y nos hace ver, a los que sólo somos espectadores, que hasta en los peores momentos, hasta en la oscuridad más profunda, puede haber una luz y es alcanzable.


En cuanto a lo de la ley de convivencia en el DF, es otra cortina de humo a mi parecer; el GDF sabía lo retrogradas que iban a ser los mandamases de la iglesia católica y sus seguidores más fervientes, es imposible que pensarán que no iba a haber una reacción en cadena ante la posibilidad de que los homosexuales y lesbianas pudieran casarse legalmente y, para colmo, adoptar niños. Creo que como ciudadanos es casi nuestra obligación desconfiar del gobierno aunque hayamos votado por él (aunque yo no voté por Ebrard y compañía), por lo que creo que esta ley es una cortina de humo para distraernos de algo que están planeando atorarnos, o que ya nos atoraron y que, por estar tan ocupados leyendo y escuchando las declaraciones de la iglesia y sus partidarios, así como de los grupos pro gay, ni vimos venir. Nos vamos a dar cuenta demasiado tarde de que un presupuesto para algún monumento a la futilidad fue aprobado, que hay una nueva ley que permite a las personas dispararle a los fumadores, un aumento extra a algún impuesto, una tenencia especial o quién sabe qué se les ocurra, pero por ese tipo de cosas la gente capaz y sí toma la calle en protesta o las cosas se ponen muy tensas, después de todo es 2010 y, en la historia de México la primera década de los siglos ha significado guerra y sublevación contra el status quo, entonces mejor no moverle y distraer a las personas con algo polémico.
No digo que no sea importante una ley de este estilo, lo es, aunque desde un punto de vista práctico, uno que adopto muchas veces aunque en realidad es tan poco práctico como pelar una naranja con las orejas, es que los homosexuales antes que homosexuales son seres humanos y ciudadanos y la constitución mexicana dice que todos los hombres gozamos de los mismos derechos. Si yo puedo casarme y adoptar hijos, teniendo en cuenta que podría ser un sicópata, aunque un sicópata heterosexual, cualquier hijo de vecino, por gay que sea, debería gozar de los mismos derechos. Aunque si la historia nos ha enseñado algo es que en realidad los hombres no somos iguales. Decía Mijail Bakunin: “Desde el punto de vista natural todos los hombres son iguales. Sólo hay dos excepciones a esta regla: los genios y los idiotas.” Por desgracia, todos como sociedad que busca, primero que nada, su supervivencia y escala social, hemos ido añadiendo más y más excepciones a la regla natural: los pobres, los revolucionarios, los diferentes, los gays, los que no piensan lo que yo pienso, los que no están de acuerdo conmigo, los que me contradicen, los que no entran en mis parámetros de normalidad.

Por lo tanto ahora todo aquel que rompa el parámetro de familia convencional y tradicional debe luchar por sus derechos para ser considerado un ciudadano, aunque pague impuestos igual que su vecino y se atenga a las mismas leyes, en realidad el ser individual parece ser una afrenta al status quo y a lo que queremos ver y por lo tanto debe ser un secreto a voces o suprimido en caso de ser posible (el famoso axioma “no tengo pedo en que sean gays, mientras no los vea” es un claro ejemplo que muchos hemos usado). Debo aclarar que todo esto es teniendo en cuenta que hablamos de adultos consientes que están de acuerdo en lo que hacen y que tienen capacidad de decisión; violadores, pedófilos, necrófilos y zoofilicos no cuentan porque tienen desviaciones en las cuales atentan contra la capacidad del otro de decidir si quieren entrar al quite o no.

Muy rara vez expreso mis opiniones e ideas políticas, tal vez sea la primera y única vez que lo haga en este blog. Están en todo su derecho de estar en desacuerdo conmigo, mi opinión no es la correcta ni la que se debe seguir, es sólo mi opinión y mi manera de ver al mundo, así como yo respeto la de los demás (aunque piense que están mal, cosa que sí hago) espero haya un poco de civilidad con la mía.

viernes, 22 de enero de 2010

Viernes a mediodía. O, Mi locura se incrementa

A veces creo que soy un pésimo novio. No lo puedo evitar, neta que no. Este sentimiento surge de un desapego que siento hacia mis relaciones con las personas.
En general no tengo una necesidad afectiva de ver a mis seres queridos todos los días, de hecho cuando peor me llevo con las personas a las que aprecio es cuando las veo todos los días. Necesito espacio, y no es el espacio metáforico de estar juntos en el mismo cuarto y cada uno haciendo lo suyo. En realidad necesito metros (de ser posible kilómetros) de distancia de las personas para tener tiempo de sumergirme en mí mismo hasta cansarme y después poder regresar a una vida social.
Basta decir que la comunicación telefónica me enerva; odio hablar por teléfono, no sé por qué. Me cuesta mucho trabajo hacerlo seguido y durante largos periodos de tiempo, pero cuando estás a distancia de alguien y no lo ves en varios días, es lo único que tienes. Esto me pasa con Priscila, debido a que no tenemos coche, a que el trabajo de vez en cuando sí se pone pesado y que hay veces que no logramos coordinar nuestros horarios. Por lo cual hablamos por teléfono relativamente seguido, de hecho hablamos diario por teléfono. Y esto me cuesta trabajo. Mucho trabajo.
Ultimamente me quedo sin cosas que decir, empiezan silencios incómodos en los cuales no se me ocurre una manera efectiva de romperlos, empiezo a distraerme mucho y a pensar "ya llevamos más de media hora hablando" o prendo la tele y a veces hasta la computadora y me pongo a jugar WoW.
Obviamente ella nota que mi atención disminuye y que contesto con monosílabos, pero ella lo toma como que las cosas están mal, que tal vez la relación se está estancando y demás, cuando en realidad me gustaría poder decirle lo siguiente, y que ella lo entendiera (porque puedo decirlo, pero sé que ella lo tomaría a mal): "mi vida no es tan interesante como para tener algo que contarte por más de 20 minutos por fon después de que nos mensajeamos durante el día y además hablamos por msn, te juro que a menos que empiece a contarte mentiras e historias irreales o de plano te recite capítulos de libros, mi día a día es bastante inconsecuente y de hecho mis días son aburridos y repetitivos".
Pero no puedo, según tengo entendido hay una etiqueta de las relaciones, no escrita en ningún lado obviamente, en la cual las personas en relaciones afectivas se comprometen por medio de un contrato verbal ("¿quieres ser mi novia?" y demás frases que llevan del estado soltero al estado noviazgo/matrimonio) a compartir las vivencias de sus días, sus anhelos, sus ilusiones, sueños, manías, locuras, miedos, terrores, ansias, ataques de pánico, ataques de neurosis y demás altibajos emocionales que sufran.

No puedo evitar pensar que en realidad no estoy de acuerdo con este contrato verbal. De haber sabido las clausulas desde el principio de mi vida afectiva con otros seres humanos habría pedido que se creara una clausula para mí que dijera "el demandado, Manuel Granados Vargas, no se compromete a compartir cada aspecto de su mente enferma con una o varias personas. El demandado exige que se le permita tener una vida interna tan vasta como él deseé y que no existan repercusiones ni exigencias de que comparta las cosas con otras personas a menos que así lo escoja en algún momento de ebriedad o exultación emocional".

Poco a poco me estoy haciendo a la idea de que así son las relaciones, así han sido siempre y así serán, me cuesta trabajo, a veces siento que casi sacrifico mi individualidad, pero supongo que es parte de mi locura, o en realidad está atentando contra ese reducto del Manuel/Huesos de siempre, ese pequeñuelo que está en lo más profundo de mi ser, escondido entre las sombras y esperando salir para atacar y llevarme de la mano a cometer atrocidades contra la humanidad y después regresará a dormir 30 años más.

Estuve escuchando todo el tiempo en que escribí esto "One Colour Black" de The Black League ya que esa canción me tiene obsesionado desde Noviembre.