En realidad no haré esta entrada sobre mi dolor de estomago con el café, el cual sí es real, aunque no tengo la menor idea de por qué pase; no es una constante, sólo a veces me duele la panza cuando tomo café, otras tantas estoy como si nada. Y sólo pasa con el café, la fabulosa y deliciosa Coca cola no me causa malestar, la chela tampoco y mis amados tamarindos (así como los pica piña y los pica mango) jamás me causan malestar. Tal vez es algo psicosomático y es un reflejo de que la locura se va apoderando de mi mente y cuerpo poco a poco.
En fin, el punto de esta entrada tan tardía y tan espaciada de las anteriores no es hablar de las bondades o maldades del café en mi cuerpo, creo que esta entrada tendrá como punto un recuento de mis últimas semanas/meses y los cambios que han ocurrido en mi vida en muchos aspectos. Va a ser una entrada larga y cansada así que a irse preparando para una lectura prolongada.
A finales de mayo de este año me re-encontré con una amiga/ex novia de la facultad; salimos un par de veces (capaz y me equivoco, ella dice que yo me daba mi taco cuando me invitaba a salir) pero yo salía con ella en un plan absolutamente de amigos ya que por esos meses me gustaba alguien más y soy un tanto "monotemático" y no tiendo a poner atención a terceros cuando una persona me gusta. En fin, nos vimos varias veces y, a pesar de mis desaires inadvertidos o más bien gracias a ellos, ella como que decidió mandarme al diablo después de que regresé de Toronto y supongo que empezó a salir con otro cabrón menos pendejo que yo. En fin, llegó mi cumpleaños y la invité a la celebración. Ahí nos vimos, estuvimos platicando y recuerdo que de pronto empecé a abrazarla, agarrarla de la mano y así, quienes me conocen saben que eso del contacto físico no es lo mio, ni se me da muy naturalmente.
Me terminé dando cuenta que quería salir con ella y no como amigos. Iba a ser sútil y discreto con la situación, pero de pronto decidí tomar el camino contrario y le dije que me gustaba y que quería que salieramos, pero que si aceptaba salir conmigo debía saber que era porque quería que vieramos si todavía teníamos la química de antes y no nada más como amigos. Después de que me dijo que era un pendejo (literalmente me dijo "no chingues, eres un pendejo") y que me relató su versión de nuestra historia reciente ("ya me sentía que te acosaba porque te invitaba a lugares y tu ni me decías que sí, nomás me dabas largas") y que me tuve que disculpar por mi falta de capacidad neuronal en esos momentos me dijo de sopetón que estaba saliendo con otro y que tenía que ver qué onda. Para contrariar más mis costumbres y habitos en vez de desanimare y pensar "a la chingada entonces, ya te arrepentirás" le dije que si ella me decía que yo tenía un chance, por pequeño que fuera, que yo le iba a echar ganas.
Para no hacer el cuento más largo, botó al güey con el que salía y empezó a salir conmigo. Primero fue muy casual, yo no quería que nos pusieramos el título de "novio" y "novia" así que en realidad nunca le llegué y según yo no tenía una sola responsabilidad ni compromiso, estabamos juntos por gusto y cuando teníamos ganas (sí, lo sé, a veces soy así de idiota y me la creo) pero después de un mesesito de ese jueguito en el que, una vez más, segun yo todo bien casual y cool un día ella me aplicó de pronto el "no tengo novio" y hasta feo sentí; recuerdo que le respondí "¿Y yo qué cabrona?" y después de carcajearse me dijo "¿Pues no que tú muy relax el asunto y no se qué?" y ya empezamos a hablar en terminos de "relación" y "pareja" entonces supuse que ahora sí ya me había puesto el collar y la correa así que ya ni modo, mejor lo aceptaba y lo disfrutaba.
Por eso, ahora estoy en una relación, realmente no hay una fecha de inicio como para ir contando los meses o las semanas o las demás ridiculeces que se nos ocurran, supongo que cuando llegue el momento tendremos que improvisar. Lo chistoso es que ella se hizo a la idea desde el principio de que no le iba a decir apodos tiernos o iba a ponerme cual perrito chihuahueño a brincar apenas apareciera, y orinarme de la alegría de paso, pero creo que nunca vio venir mis frases domingueras que oscilan entre la idiotez total y la absoluta falta de tacto. "Ya entiendo porque TENGO que venir a tu casa" "¿Para qué vienes a cuidarme ahora que me siento mal? vives muy lejos, mejor nos vemos otro día que tengamos más tiempo" y otras por el estilo. Pero bueno, ahí vamos poco a poco y creo que ella se lo pasa bien y se divierte conmigo, a pesar de todo.
En otras noticias.
No sé si en mi oficina ya dejaron de ser unos soberbios o sólo lograron reconocer que no soy un estúpido; como que ya por fin no se hacen los sordos cuando hablo. Doy consejos, sugerencias y, de vez en cuando, ordenes de cómo hacer las cosas y ahora las escuchan y generalmente les hacen caso. Eso obviamente ha hecho más llevaderos los días en la oficina y, me atrevo a decir, un poco más divertidos. Aunque parece que al diseñador no le causa tanta gracia como a mí, creo que es más que nada porque a él le toca la carga pesada de los errores y ahora es a él a quien no le hacen caso y toman sus comentarios como jocosidades que dice o no sé qué imaginen, la cosa es que en el proceso de formación de la revista lo andan chingando sin parar y el pobre cabrón se la pasa haciendo corajes porque le llegan a cambiar cosas de último minuto y se arde porque lo alentan más. Como ayer que estaba formando un artículo y llegaron a decirnos que teníamos que ir a un seminario de filosofía porque iban a hacer una revisión del número 9 de la revista y en realidad fueron dos horas absolutamente improductivas, menos para le jefe y otra chava, los demás que estabamos ahí estabamos dibujando, mandando mensajes, otros intentaban dormir. Por lo tanto, el diseñador se ardió porque le retrasan el trabajo ya que pierde la tarde en eso, pero la fecha de entrega sigue siendo la misma sin importar cuánto tiempo le hagan perder.
Lo bueno es que él me hizo darme cuenta que no estoy histérico ni loco, en realidad desesperan y hacen enojar con esas cosas y con no hacernos caso en temas que sí sabemos. Pero ni modo, así nos toca a unos.
Finalmente, gracias a mi tarjeta de crédito dudo irme de vacaciones esta navidad; después de pagarla no tendré lana para un viajecito invernal, el consuelo es que como ya me fui de vacaciones a Canadá no me voy a sentir como que no viajé ni salí ni nada, entonces no tendré el gusanito de irme a algún lugar. Todo depende de qué quieran hacer mi papá y mi abuelita también, dudo que Blanca venga en navidad este año, aunque si viene ella tendrá la decisión final de esa noche. Aunque ahora que estoy en una relación supongo que le debo preguntar a ella si tiene planes para esa noche o para año nuevo (noche en la que planeo ponerme una borrachera de terror, a menos que la noche anterior en la fiesta de Pascual me provoque una congestión alcoholica).
Sin más que agregar dejo aquí esta entrada.
Mientras la escribía escuché: Ved Buens Ende y su disco Written in waters, que por cierto está muy bueno.
martes, 1 de diciembre de 2009
jueves, 8 de octubre de 2009
Jueves a medio día. O, Garden State y la felicidad.
Tal vez ya estoy más viejo y me he ido suavizando con los años, tal vez sólo andaba un poco mushy cuando vi esta película por primera vez, pero creo que es una de las películas más felices que he visto en mi vida. La vi por segunda vez hace poco y volví a pensar que era una película no tanto sobre el amor o sobre la vida, la siento como un ensayo sobre la felicidad. No cómo obtenerla, mas bien, cómo es o qué es. Aunque sea en el micro mundo que ella, la película, presenta.
La primera vez que la vi no dudo que mi estado de ánimo en esas épocas haya tenido que ver, estaba en un momento en el cual era cual escolapio quinceañero teto con su primer enamoramiento aún más teto. Digo, seguía siendo yo, pero por ahí de febrero a mayo de este año, época en que vi Garden State por primera vez, estaba como que más susceptible a las cosas "tiernas" de la vida, aunque si lo medimos con la regla con la que se mide a personas más cursis pues seguía bastante alejado de las cursilerías que caracterizan a los enamorados. En fin, cuando vi la película por primera vez me pareció optimista, sin ser estúpida, y me hizo feliz. Como esa veces que haces algo que te gusta mucho y sientes la satisfacción recorriendo tu cuerpo. Justo ese sentimiento me dejó.
Blanca me recomendó la película hace años, la describía justo así: una película que te hace feliz. Y no sé, tal vez inconscientemente no me importaba en ese momento un estimulo externo para ser feliz. Y cuando la vi era bastante feliz en mi mundo de tetez y enamoramiento quinceañero, entonces un estimulo extra no me caía nada mal.
La segunda vez que la vi, después de comprarla en Canadá ya que es inconseguible en México, y de haber comprado dos copias porque una era un regalo que jamás entraré, volví a sentir esa plenitud de felicidad que inunda y no desborda. No me dieron ganas de salir a gritar de felicidad a la calle ni nada, sólo estaba de buen humor. No desencadenó ningún recuerdo ni nada, sólo me puso de buenas.
Y creo que ese es su objetivo, dejar de lado el drama humano que permea no sólo a las películas, sino a todo lo que hacemos. Detrás del drama humano y de la miseria que rodea nuestra existencia hay felicidad y es asequible para todos.
No hablaré de la película ni de las escenas o temas, sólo de una parte donde Natalie Portman explica dónde trabaja y por qué usa un casco para trabajar en una oficina y le dice al protagonista "Pues ni modo, me da risa, no significa que a veces no llore, sí lloro, y a veces lo necesito, pero no me la voy a pasar llorando, mejor reírme y ya". Y creo que eso resume la vida de una manera muy básica, pero muy concreta.
Lo que más me gusta de la película es que tiene varias capas; primero, es una historia de amor de pareja, pero también es una historia de amarse a uno mismo, de amar y aceptar a los otros, de amistad, de auto encuentro, de felicidad, de tristeza, de lo ridículo que es todo, de las pequeñas cosas, de lo insignificantes que nos podemos sentir. Y creo que ese es su gran merito, son personajes muy humanos, muy reales, como cualquier veinteañero que está perdido y de pronto, por azares del destino, se empieza a encontrar.
Y para los que vivan en México y la quieran ver, está en los Blockbusters en la sección de arte y se llama "Tiempo de volver".
Terminar musicalmente, lo que escuché mientras escribía esto: White Noise Monster de Arcturus, Windowpane de Opeth, John Doe de Testament y The ballad of resurrection Joe and Rosa Whore de Rob Zombie.
La primera vez que la vi no dudo que mi estado de ánimo en esas épocas haya tenido que ver, estaba en un momento en el cual era cual escolapio quinceañero teto con su primer enamoramiento aún más teto. Digo, seguía siendo yo, pero por ahí de febrero a mayo de este año, época en que vi Garden State por primera vez, estaba como que más susceptible a las cosas "tiernas" de la vida, aunque si lo medimos con la regla con la que se mide a personas más cursis pues seguía bastante alejado de las cursilerías que caracterizan a los enamorados. En fin, cuando vi la película por primera vez me pareció optimista, sin ser estúpida, y me hizo feliz. Como esa veces que haces algo que te gusta mucho y sientes la satisfacción recorriendo tu cuerpo. Justo ese sentimiento me dejó.
Blanca me recomendó la película hace años, la describía justo así: una película que te hace feliz. Y no sé, tal vez inconscientemente no me importaba en ese momento un estimulo externo para ser feliz. Y cuando la vi era bastante feliz en mi mundo de tetez y enamoramiento quinceañero, entonces un estimulo extra no me caía nada mal.
La segunda vez que la vi, después de comprarla en Canadá ya que es inconseguible en México, y de haber comprado dos copias porque una era un regalo que jamás entraré, volví a sentir esa plenitud de felicidad que inunda y no desborda. No me dieron ganas de salir a gritar de felicidad a la calle ni nada, sólo estaba de buen humor. No desencadenó ningún recuerdo ni nada, sólo me puso de buenas.
Y creo que ese es su objetivo, dejar de lado el drama humano que permea no sólo a las películas, sino a todo lo que hacemos. Detrás del drama humano y de la miseria que rodea nuestra existencia hay felicidad y es asequible para todos.
No hablaré de la película ni de las escenas o temas, sólo de una parte donde Natalie Portman explica dónde trabaja y por qué usa un casco para trabajar en una oficina y le dice al protagonista "Pues ni modo, me da risa, no significa que a veces no llore, sí lloro, y a veces lo necesito, pero no me la voy a pasar llorando, mejor reírme y ya". Y creo que eso resume la vida de una manera muy básica, pero muy concreta.
Lo que más me gusta de la película es que tiene varias capas; primero, es una historia de amor de pareja, pero también es una historia de amarse a uno mismo, de amar y aceptar a los otros, de amistad, de auto encuentro, de felicidad, de tristeza, de lo ridículo que es todo, de las pequeñas cosas, de lo insignificantes que nos podemos sentir. Y creo que ese es su gran merito, son personajes muy humanos, muy reales, como cualquier veinteañero que está perdido y de pronto, por azares del destino, se empieza a encontrar.
Y para los que vivan en México y la quieran ver, está en los Blockbusters en la sección de arte y se llama "Tiempo de volver".
Terminar musicalmente, lo que escuché mientras escribía esto: White Noise Monster de Arcturus, Windowpane de Opeth, John Doe de Testament y The ballad of resurrection Joe and Rosa Whore de Rob Zombie.
viernes, 2 de octubre de 2009
Viernes a mediodía. O, Descenso al subsuelo.
Ya que la escritura, hasta de algo tan nimio como este blog, monumento a mi vanidad y ocio, necesita constancia y seguimiento, creo que es justo y necesario que lo utilice más seguido.
He de reconocer que lo que más me ha afectado en el último mes, tal vez dos meses, ha sido mi inconformidad con mi trabajo. Primero, la gente de mi oficina, la gente a la que llevo dos años viendo casi diario, me desesperan en su generalidad. Existen las particularidades que me caen bien, pero el conjunto es insoportable. Hay momentos donde cada uno, por separado, me entretienen y son divertidos; pero, por lo general, encuentro unas ganas, apenas reprimibles, de gritarles e insultarlos/as. Pero durante los últimos dos meses mi hostilidad hacia la colectividad de la oficina ha crecido exponencialmente.
Primero, siento que mi trabajo no es ni comprendido ni apreciado. Nadie tiene una idea muy clara de qué es lo que hago, a pesar de que se los he explicado, principalmente porque son pocas las personas que en realidad crean que sus escritos necesitan corrección (aunque debo decir que las personas que se encargan de escribir los oficios de la coordinación ahora siempre me piden que les corrija sus escritos para evitar problemas, por lo menos ellos entienden el sentido de mi trabajo), por lo mismo, ven mi trabajo como algo apenas por encima de la mano de obra. He utilizado el símil de que ellos me ven como a un albañil al que le están diciendo que quieren que construya una pared inclinada a pesar de que el albañil les dice que si hace eso el techo se va a caer, pero como no es arquitecto, su opinión no cuenta. Mis opiniones no cuentan o sin el menor recato se las apropian; mis ideas, las que ellos/as consideran meritorias, cambian de dueño/a tan seguido como las monedas y, al igual que las monedas, nunca se sabe quién las tuvo primero.
El momento del cinismo máximo fue durante una junta. Unos días antes de la junta me habían pedido que hiciera un diagrama de flujo respectivo al proceso de la revista, empezando por el autor hasta que estuviera impresa. Agarré una hoja de papel y lo dibujé; no era el gran diagrama o la innovación que iba a cambiar la revista, simplemente era una explicación gráfica del proceso a mi entender. Durante la junta repartieron unas hojas y la mujer que me había pedido el diagrama dijo, con suma tranquilidad por cierto, "preparé este diagrama del proceso de la revista". Al verlo me di cuenta que estaba en el mismo orden y con el mismo vocabulario que mi diagrama, era como si lo hubiera calcado, excepto que el mío estaba hecho a mano y ella lo había puesto en un documento de word. Y aun cuando volteé a verla con cara de "¿qué chingados...?" ella jamás mostró nerviosismo o señal alguna de que en efecto ella no había hecho el diagrama. Fue como ver el dibujo de alguien, ponerle un papel encima, calcarlo a la perfección y sin cambiar un solo detalle, y después mostrárselo a la persona y decirle "mira lo que dibujé".
Esa fue la primera con ese cinismo, pero no fue la última.
Después de haber trabajado en la parte editorial del último número de la revista, mucho más allá de mis funciones como corrector de estilo, tuve el "atrevimiento" de pedir crédito de coeditor en la revista. Y me fue negado rotundamente. Hasta me vieron con una expresión que decía "¿cómo te atreves a pedir eso?" y ahí fue cuando mi paciencia, de por sí bastante pequeña, se acabó. Decidí no hacer ya nada más que corrección de estilo; el apropiarse de ideas ajenas me parecía excesivo, pero mi límite fue la falta de reconocimiento al trabajo realizado.
Bueno, todo eso fue para explicar mi hartazgo de esta última semana. En el anterior esquema de la revista una diseñadora por fuera hacía los números, pero con el nuevo esquema ya no es así, a excepción del Encarte (una pequeña revista dentro de la revista, independiente a la segunda en contenido), mismo que la diseñadora todavía hace. Pero esa diseñadora es amiga mia y ex compañera de trabajo de Oxford University Press. Por lo tanto, los retrasos del Encarte son culpa mía. Y, como cuando se apropiaban ideas ajenas, no sólo mías sino de todo el que les diera una buena sugerencia, no han tenido el recato de ocultar las sonrisas de satisfacción al hacer comentarios de que el retraso de la impresión se debe al Encarte y a la "diseñadora amiga de Manuel". Como dije antes, mi paciencia llegó al límite y varias veces hice el comentario de regreso "pues si no se le está pagando el Encarte a la diseñadora, ¿no creen que es muy prepotente exigirle que lo haga a marchas forzadas y, para colmo, gratis?". Pero como pasa siempre con la gente que no ve más allá de su nariz, piensan que es la obligación de la diseñadora hacer eso, sin embargo, extrañamente, no es obligación de la revista remunerar ese trabajo, como estaba acordado en un principio.
He ahí una de las fuentes de mi hartazgo y hostilidad esta semana que termina. La otra es culpa mía por completo. Las series gringas acaban de comenzar su nueva temporada (House, Supernatural, Heroes, The Mentalist, Dexter, Lie to Me, Fringe, The Big Bang Theory y Two and a Half Men), por lo cual las bajé todas de internet y me puse a verlas después de mis raids de Warcraft, por lo cual estaba durmiendo a las 3 o 4 de la mañana, despertandome a las 8:30 y, como no puedo dormir en el día, eventualmente las desveladas me alcanzaron y me encontraba con dolores de cabeza casi diario por mi falta de sueño, además de que parecia que me iba a dar gripa, o influenza ya que está de moda en México.
Supongo que para los observadores imparciales e inocentes en la oficina yo era un monstruo al borde del asesinato masivo: ojos rojos e hinchados, mal humor, dolores de cabeza, hostilidad abierta ante casi todo mundo, alejado de "mundanal ruido" gracias a mis audífonos.
Pero ya por fin empecé a dormir bien, o más de 4 horas al día, y mi humor ha mejorado un poco (ya no tengo los ojos rojos ni dolor de cabeza, el desprecio por mis compañeros de trabajo y los audífonos permanecen).
Y como mis últimas entradas han sido musicales, lo que escuché durante la escritura de esta entrada, un poco desconectada de si misma en mi opinión, fueron las siguientes canciones: Messhuggah - Terminal Illusions, Antimatter - Over your shoulder, Opeth - Face of Melinda, Samael - Quasar Waves, ...and Oceans - The Morning I Woke Up Dead y Ablaze my Sorrow - The Return of the Mighty Raven.
He de reconocer que lo que más me ha afectado en el último mes, tal vez dos meses, ha sido mi inconformidad con mi trabajo. Primero, la gente de mi oficina, la gente a la que llevo dos años viendo casi diario, me desesperan en su generalidad. Existen las particularidades que me caen bien, pero el conjunto es insoportable. Hay momentos donde cada uno, por separado, me entretienen y son divertidos; pero, por lo general, encuentro unas ganas, apenas reprimibles, de gritarles e insultarlos/as. Pero durante los últimos dos meses mi hostilidad hacia la colectividad de la oficina ha crecido exponencialmente.
Primero, siento que mi trabajo no es ni comprendido ni apreciado. Nadie tiene una idea muy clara de qué es lo que hago, a pesar de que se los he explicado, principalmente porque son pocas las personas que en realidad crean que sus escritos necesitan corrección (aunque debo decir que las personas que se encargan de escribir los oficios de la coordinación ahora siempre me piden que les corrija sus escritos para evitar problemas, por lo menos ellos entienden el sentido de mi trabajo), por lo mismo, ven mi trabajo como algo apenas por encima de la mano de obra. He utilizado el símil de que ellos me ven como a un albañil al que le están diciendo que quieren que construya una pared inclinada a pesar de que el albañil les dice que si hace eso el techo se va a caer, pero como no es arquitecto, su opinión no cuenta. Mis opiniones no cuentan o sin el menor recato se las apropian; mis ideas, las que ellos/as consideran meritorias, cambian de dueño/a tan seguido como las monedas y, al igual que las monedas, nunca se sabe quién las tuvo primero.
El momento del cinismo máximo fue durante una junta. Unos días antes de la junta me habían pedido que hiciera un diagrama de flujo respectivo al proceso de la revista, empezando por el autor hasta que estuviera impresa. Agarré una hoja de papel y lo dibujé; no era el gran diagrama o la innovación que iba a cambiar la revista, simplemente era una explicación gráfica del proceso a mi entender. Durante la junta repartieron unas hojas y la mujer que me había pedido el diagrama dijo, con suma tranquilidad por cierto, "preparé este diagrama del proceso de la revista". Al verlo me di cuenta que estaba en el mismo orden y con el mismo vocabulario que mi diagrama, era como si lo hubiera calcado, excepto que el mío estaba hecho a mano y ella lo había puesto en un documento de word. Y aun cuando volteé a verla con cara de "¿qué chingados...?" ella jamás mostró nerviosismo o señal alguna de que en efecto ella no había hecho el diagrama. Fue como ver el dibujo de alguien, ponerle un papel encima, calcarlo a la perfección y sin cambiar un solo detalle, y después mostrárselo a la persona y decirle "mira lo que dibujé".
Esa fue la primera con ese cinismo, pero no fue la última.
Después de haber trabajado en la parte editorial del último número de la revista, mucho más allá de mis funciones como corrector de estilo, tuve el "atrevimiento" de pedir crédito de coeditor en la revista. Y me fue negado rotundamente. Hasta me vieron con una expresión que decía "¿cómo te atreves a pedir eso?" y ahí fue cuando mi paciencia, de por sí bastante pequeña, se acabó. Decidí no hacer ya nada más que corrección de estilo; el apropiarse de ideas ajenas me parecía excesivo, pero mi límite fue la falta de reconocimiento al trabajo realizado.
Bueno, todo eso fue para explicar mi hartazgo de esta última semana. En el anterior esquema de la revista una diseñadora por fuera hacía los números, pero con el nuevo esquema ya no es así, a excepción del Encarte (una pequeña revista dentro de la revista, independiente a la segunda en contenido), mismo que la diseñadora todavía hace. Pero esa diseñadora es amiga mia y ex compañera de trabajo de Oxford University Press. Por lo tanto, los retrasos del Encarte son culpa mía. Y, como cuando se apropiaban ideas ajenas, no sólo mías sino de todo el que les diera una buena sugerencia, no han tenido el recato de ocultar las sonrisas de satisfacción al hacer comentarios de que el retraso de la impresión se debe al Encarte y a la "diseñadora amiga de Manuel". Como dije antes, mi paciencia llegó al límite y varias veces hice el comentario de regreso "pues si no se le está pagando el Encarte a la diseñadora, ¿no creen que es muy prepotente exigirle que lo haga a marchas forzadas y, para colmo, gratis?". Pero como pasa siempre con la gente que no ve más allá de su nariz, piensan que es la obligación de la diseñadora hacer eso, sin embargo, extrañamente, no es obligación de la revista remunerar ese trabajo, como estaba acordado en un principio.
He ahí una de las fuentes de mi hartazgo y hostilidad esta semana que termina. La otra es culpa mía por completo. Las series gringas acaban de comenzar su nueva temporada (House, Supernatural, Heroes, The Mentalist, Dexter, Lie to Me, Fringe, The Big Bang Theory y Two and a Half Men), por lo cual las bajé todas de internet y me puse a verlas después de mis raids de Warcraft, por lo cual estaba durmiendo a las 3 o 4 de la mañana, despertandome a las 8:30 y, como no puedo dormir en el día, eventualmente las desveladas me alcanzaron y me encontraba con dolores de cabeza casi diario por mi falta de sueño, además de que parecia que me iba a dar gripa, o influenza ya que está de moda en México.
Supongo que para los observadores imparciales e inocentes en la oficina yo era un monstruo al borde del asesinato masivo: ojos rojos e hinchados, mal humor, dolores de cabeza, hostilidad abierta ante casi todo mundo, alejado de "mundanal ruido" gracias a mis audífonos.
Pero ya por fin empecé a dormir bien, o más de 4 horas al día, y mi humor ha mejorado un poco (ya no tengo los ojos rojos ni dolor de cabeza, el desprecio por mis compañeros de trabajo y los audífonos permanecen).
Y como mis últimas entradas han sido musicales, lo que escuché durante la escritura de esta entrada, un poco desconectada de si misma en mi opinión, fueron las siguientes canciones: Messhuggah - Terminal Illusions, Antimatter - Over your shoulder, Opeth - Face of Melinda, Samael - Quasar Waves, ...and Oceans - The Morning I Woke Up Dead y Ablaze my Sorrow - The Return of the Mighty Raven.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Lunes a mediodía (de nuevo). O, Dance to the thunder beats, feel it all around.
Here rings a warning, a day of wrath for all the days of war. A storm of fury to calm the hunger left gritaba Vorph con su característica voz gutural mientras la batería sonaba con furia y las luces amarillas inundaban el escenario y a la audiencia. Eso fue el sábado 19 durante el concierto de Samael, justo diez años después de su última visita, la primera vez que los vi y me convertí en su fan permanente. La canción es Rain del disco Passage, canción que siempre hace que se me acelere el pulso y me hacía recordar cuando tenía 17 años y la escuché por primera vez en el concierto. La volví a escuchar y el recuerdo fue sustituido por la nueva visión de la canción en amarillo. Porque Samael hace eso como nadie, usa un sólo color de luces con sus canciones, entonces de cierta manera, su música es de colores. Ésta es amarilla y mi otra favorita, Jupiterian Vibe, sigue siendo tan azul como la primera vez que la escuche en vivo.
Habían pasado dos o tres años desde que fui a un concierto de metal; ya me había acostumbrado a no ir, a enterarme que venían grupos y no ir a verlos. Y había olvidado lo vivo que me hacen sentir. Lo mucho que grito y canto durante ellos. Los recuerdos que me inundan al escuchar las mismas canciones que en un disco me emocionan y en vivo me subliman. Samael siempre ha tenido ese efecto en mí, es una fuerza que me invade y me hace querer gritar, brincar, headbanging, de todo.
Y me hace recordar lo importante que llega a ser la música en mi vida; lo noto porque tengo una canción para todo momento, es más fácil que encuentre las canciones que puedo acomodar a mi vida y a los momentos de la misma que encontrar los libros para acompañar los años, aunque creo que no sería imposible encontrar novelas y cuentos que acompañarían los momentos más importantes de mi vida.
Es tan importante la música en este momento de mi existencia como siempre lo ha sido (leer entrada titulada "El soundtrack de mi vida" para referencia); gracias a mi música, que siempre ha representado una catarsis para mi por la estridencia, la furia y la violencia de la misma, no me vuelvo loco e insulto a las personas de mi oficina. Llego en la mañana, saludo a quienes se me antoja saludar y me pongo los audífonos de mi ipod, paso las siguientes horas ignorando todo sonido que no sea el que sale de esa maquinita que me ha salvado de la locura más abyecta o de enemistarme con la humanidad.
No soy ningún melomano, la verdad no sé mucho de música, soy sordo a los cambios tonales más simples, como los acentos y las notas musicales, pero todos mis grupos siguen teniendo un efecto casi purificador en mis cambios de animo y mis constantes peleas con el genero humano, peleas que obviamente estoy destinado a perder, pero que, por mi necedad, no dejaré de tener.
Cuando necesito una dosis de realidad en mis interacciones con otros humanos escucho Hours passed in exile ("What if: a)some things are destined to failure b)some things are never meant to be c)someone never sees d)someone never opens e)somehow we are different") de Dark Tranquillity, cuyo título da una idea de porque la escojo como una píldora de realismo; cuando entré al momento en que me decepcioné de los sentimientos y quería sentirme redimido No love lost ("Lie without emotion, your heartstrings break, snapped and severed to the tune of a tragic sad cliche") de Carcass me dio esa deliciosa satisfacción de venganza; cuando estoy abrumado en el trabajo y quisiera agarrar de la cara a la gente de mi oficina y gritarles hasta que me cansara Hate incarnate ("I turn against the holy land with hate in heart blood on my hands") de The Project Hate me hace liberar toda esa furia en mi mente y pacificarme; finalmente, Of nails and sinners ("Expelled I was from your tedious grace to the pits of hell, so can you cease to deplore my opposite, nay only way") de Arcturus pone en mi mente las imágenes de ángeles cayendo de gracia mientras niegan las convenciones de Dios.
Esta entrada no es lo mejor de mi repertorio, de hecho creo que está bastante caótica y sin pies, cabeza o cuerpo, estoy al tanto de eso, pero he estado muy oxidado por no escribir nada en meses, había perdido la motivación por cometer el error de buscar una motivación externa, al perder el objeto, la motivación se perdió; ahora entiendo que la motivación tiene que venir de dentro, para que, sin importar que pase con el objeto u objetos, la motivación quede intacta.
Empecé el blog con Samael y creo que es justo y necesario que lo acabe con ellos:
Present is the time including all times, each second is eternity as eternity is now, and now is forever...
Habían pasado dos o tres años desde que fui a un concierto de metal; ya me había acostumbrado a no ir, a enterarme que venían grupos y no ir a verlos. Y había olvidado lo vivo que me hacen sentir. Lo mucho que grito y canto durante ellos. Los recuerdos que me inundan al escuchar las mismas canciones que en un disco me emocionan y en vivo me subliman. Samael siempre ha tenido ese efecto en mí, es una fuerza que me invade y me hace querer gritar, brincar, headbanging, de todo.
Y me hace recordar lo importante que llega a ser la música en mi vida; lo noto porque tengo una canción para todo momento, es más fácil que encuentre las canciones que puedo acomodar a mi vida y a los momentos de la misma que encontrar los libros para acompañar los años, aunque creo que no sería imposible encontrar novelas y cuentos que acompañarían los momentos más importantes de mi vida.
Es tan importante la música en este momento de mi existencia como siempre lo ha sido (leer entrada titulada "El soundtrack de mi vida" para referencia); gracias a mi música, que siempre ha representado una catarsis para mi por la estridencia, la furia y la violencia de la misma, no me vuelvo loco e insulto a las personas de mi oficina. Llego en la mañana, saludo a quienes se me antoja saludar y me pongo los audífonos de mi ipod, paso las siguientes horas ignorando todo sonido que no sea el que sale de esa maquinita que me ha salvado de la locura más abyecta o de enemistarme con la humanidad.
No soy ningún melomano, la verdad no sé mucho de música, soy sordo a los cambios tonales más simples, como los acentos y las notas musicales, pero todos mis grupos siguen teniendo un efecto casi purificador en mis cambios de animo y mis constantes peleas con el genero humano, peleas que obviamente estoy destinado a perder, pero que, por mi necedad, no dejaré de tener.
Cuando necesito una dosis de realidad en mis interacciones con otros humanos escucho Hours passed in exile ("What if: a)some things are destined to failure b)some things are never meant to be c)someone never sees d)someone never opens e)somehow we are different") de Dark Tranquillity, cuyo título da una idea de porque la escojo como una píldora de realismo; cuando entré al momento en que me decepcioné de los sentimientos y quería sentirme redimido No love lost ("Lie without emotion, your heartstrings break, snapped and severed to the tune of a tragic sad cliche") de Carcass me dio esa deliciosa satisfacción de venganza; cuando estoy abrumado en el trabajo y quisiera agarrar de la cara a la gente de mi oficina y gritarles hasta que me cansara Hate incarnate ("I turn against the holy land with hate in heart blood on my hands") de The Project Hate me hace liberar toda esa furia en mi mente y pacificarme; finalmente, Of nails and sinners ("Expelled I was from your tedious grace to the pits of hell, so can you cease to deplore my opposite, nay only way") de Arcturus pone en mi mente las imágenes de ángeles cayendo de gracia mientras niegan las convenciones de Dios.
Esta entrada no es lo mejor de mi repertorio, de hecho creo que está bastante caótica y sin pies, cabeza o cuerpo, estoy al tanto de eso, pero he estado muy oxidado por no escribir nada en meses, había perdido la motivación por cometer el error de buscar una motivación externa, al perder el objeto, la motivación se perdió; ahora entiendo que la motivación tiene que venir de dentro, para que, sin importar que pase con el objeto u objetos, la motivación quede intacta.
Empecé el blog con Samael y creo que es justo y necesario que lo acabe con ellos:
Present is the time including all times, each second is eternity as eternity is now, and now is forever...
lunes, 11 de mayo de 2009
Lunes a mediodía. O, La tristeza.
Me es muy difícil comprender la tristeza ajena. Muchas veces no puedo ser empático y considero las causas del desasosiego o melancolía de otros como muy sosas; sin embargo, no me gusta que las personas estén tristes, he dicho muchas veces que de por si la vida es bastante gris y triste como para que además estemos llorando cuando sería tan fácil sonreir o soltar una carcajada. Pero es difícil ser absolutamente feliz sin ser un estúpido; es imposible ser totalmente feliz cuando miras alrededor y sólo ves tristeza en todos lados. Y es que es tan fácil estar triste. Sólo se necesita recordar nuestro pasado y enfocarnos en la multitud de malos recuerdos para que nos sintamos abrumados y al borde del abismo.
Y sin embargo, quisiera que todas las personas que me importan realmente fueran felices, me gustaría tener la capacidad de tomar su tristeza y desaparecerla, hacerlos/as sonreir y olvidarse de todo lo que los/as atormenta.
Pero no puedo ni hacer eso por mi mismo.
El domingo 10 de Mayo acompañé a mi papá a su casa porque está preparando su mudanza. Viví en esa casa durante 5 años, 3 con mi mamá y 2 con mi papá. Cuando me fui de esa casa ni siquiera sentí un dejo de melancolía, sabía que podía regresar de visita cuando quisera, y lo hice muchas veces. En cierto sentido, seguía siendo mi casa y mis recuerdos no se encontraban atados a ella, la casa formaba parte de los recuerdos, pero no era los recuerdos. Y así pasaron casi cinco años fuera de ella, mi papá la mantuvo como un santuario a la única mujer que creo que realmente ha amado y a quien nunca pudo decirselo así como así; dejó de ser mi casa para convertirse casi en un museo en el que alguna vez viví. Veía mi cuarto, ahora estudio de mi papá, y me parecía increible que el 70% de las cosas que poseo cupiera ahí, me parecía raro ver esos cuartos y los baños, tan grandes y tan impersonales, no por la falta de fotos o cosas que los hicieran mi casa o la de mi mamá, sino porque mi papá no quiso personalizarlos, le parecía casi un insulto a la memoria de mi mamá cambiar las cosas hasta de lugar, y en vez de verlos y pensar "nada ha cambiado" siempre me pasaba por la mente "¿por qué no ha cambiado? ¿por qué se tortura con esto?", pero una parte de mi entendía que él necesitaba esa tortura y flagelarse para superarlo, por más que diga que está superado, cada domingo va y se sienta en la tumba y lee el periodico, no importa si llueve, el calor es insoportable o si simplemente tiene sueño o flojera, es una responsabilidad que debe cumplir.
El domingo los cuartos seguían iguales, sólo había ropa fuera del closet de mi papá y algunas maletas, sin embargo empecé a sentirme abrumado por las cajas, por saber que ya no iba a ser mi casa, los recuerdos empezaron a encadenarse a las paredes y las cosas que están ahí, cosas que no me gustaban o que siempre miré con indiferencia, como la pared de la escalera llena de símbolos religiosos que tanto le gustaban a mi mamá, la vi y se me fue el aliento y sentí un agujero en el estomago al pensar que esa pared no iba a existir ya, que era irrepetible porque era ESA pared en ESA casa y no lo sería en ningún otro lado, lo mismo con las fotos en las paredes de los cuartos, con los muebles de los cuartos, todo eso sería lo mismo en función pero su esencia se iba a quedar en esa casa y los recuerdos parecían pegarse a las cosas justo donde estaban y cuando las movieran, los recuerdos iban a desaparecer.
Y me senté en la cama, abrumado, sin saber qué hacer o decir, quería tener una cámara y tomar fotos de todo para nunca olvidarlo o encontrar la manera de convencer a mi papá de no mudarse, aunque en el fondo sabía que era muy significativo que él hubiera escogido el día de la madre para llevarme ahí y estar haciendo la mudanza, no he logrado descifrar qué es, pero sé que una parte de él por fin lo superó y era el momento de que el museo que mantenía abierto a costa de su cordura se acabara. Y, por primera vez en casi 5 años, me di cuenta de lo mucho que voy a extrañar esa casa y todo lo que viví en ella: las fiestas de la prepa, estar ahí con mis noviecitas de adolescencia, ver los resultados de mi examen de la UNAM en la sala, poner mi disco de At the gates a la hora de la comida, a Blanca yendo de visita y echandose encima de mi en la cama, a mi abuelita dormida en el cuarto enfrente del mio, a mi mamá en pijama todo el día después de que se jubiló y enojada porque no le avisaba que iban amigos a comer conmigo y la veían "fodonga", mis amigos de la facultad fumando mota en el último piso, la peda con Adrian un 22 de Diciembre, ahogados en alcohol en mi cuarto escuchando música, mi papá saliendose de la casa "sutilmente" para que Ana Laura y yo estuvieramos solos, cuando mi papá o mi mamá se iban de viaje y yo me quedaba solo una semana en la casa, al Chito de bebé bajando las escaleras a brinquitos, Chito acostado en mi cama dormido, a los de Gayosso entrando esa noche, cuando Stefan se quedó un mes en la casa y se hizo más amigo de mi mamá que mio, cuando Kate (una australiana que conocí en Puerto Escondido) se quedó a dormir ahí varios días y cocinabamos juntos, cuando empaqué todo mi cuarto para mudarme, cuando mi papá subió las escaleras hecho una furia dispuesto a madrearme y casi nos peleamos, cuando fumaba a escondidas afuera de mi cuarto en un balconcito improvisado, cuando traía el cabello largo, cuando llegué del concierto de Immortal (del que tuve que caminar de regreso porque no había taxis) y mi mamá me preguntó cómo me había ido, de cuando fui a ver a Opeth y regresé y mi papá no había descifrado cómo prender el DVD, cuando regresé de mi viaje por el sur de México y me regañaron en la cocina por andar desaparecido semana y media, cuando mi tía Tita fue a cortarme el cabello y me dejó la cola de caballo en una bolsita, cuando Blanca regresaba de París y nos daba los regalos mas chafas imaginables porque seguro se le olvidaba llevarnos algo y lo compraba el último día, y más recuerdos, muchos más, me inundan ahora, me inundaban ayer y por primera vez, ni siquiera cuando nos fuimos de Victoria o cuando regresé a la que fue la casa de mi infancia y la vi tan distinta, sentí como si me arrancaran algo y ese algo se iba a quedar ahí y sólo yendo ahí podría estar cerca de ese algo indefinible y meláncolico.
Entre las cosas que intenté hacer ayer fue llevarme joyería de mi mamá para recordarla, pero todo lo que veía no me la recordaba, sé que usaba algunos de esos aretes y collares, pero no me la recordaban, no los sentía como de ella. Y vi la campana. Es una campana que odiaba de niño. La operaron de la tiroides cuando yo tenía como 5-6 años, tal vez 7, y no podía gritar, su voz era como un susurro, y la casa de Victoria era grande, entonces Queta, creo que fue ella, le llevó esa campana para comunicarse conmigo y Blanca o la señora que nos ayudaba. Y recuerdo como sonaba la campana y tenía que ir a ver qué quería, y sonaba muchas veces al día y en todas tenía que ir rápido o iba a seguir sonando. Y a veces yo escondía la campana para que no me estuviera molestando, pero siempre la encontraba o yo se la daba al final. Y sé que esa campana es lo que quiero tener de mi mamá; no las joyas o las fotos, esa campana es tan mia como fue de ella, formó parte integral de un momento de nuestra relación madre-hijo, y es mejor que las fotos porque nadie estaba cerca cuando sonaba la campana y yo tenía que ir o cuando, ya grande, nos acordabamos de cómo le escondía la campana y nos reíamos.
Todo esto empezó como una justificación de mi incomprensión ante la tristeza ajena y en realidad es un recuento de mis tristezas.
Helo ahí, yo descarndamente sincero.
Y sin embargo, quisiera que todas las personas que me importan realmente fueran felices, me gustaría tener la capacidad de tomar su tristeza y desaparecerla, hacerlos/as sonreir y olvidarse de todo lo que los/as atormenta.
Pero no puedo ni hacer eso por mi mismo.
El domingo 10 de Mayo acompañé a mi papá a su casa porque está preparando su mudanza. Viví en esa casa durante 5 años, 3 con mi mamá y 2 con mi papá. Cuando me fui de esa casa ni siquiera sentí un dejo de melancolía, sabía que podía regresar de visita cuando quisera, y lo hice muchas veces. En cierto sentido, seguía siendo mi casa y mis recuerdos no se encontraban atados a ella, la casa formaba parte de los recuerdos, pero no era los recuerdos. Y así pasaron casi cinco años fuera de ella, mi papá la mantuvo como un santuario a la única mujer que creo que realmente ha amado y a quien nunca pudo decirselo así como así; dejó de ser mi casa para convertirse casi en un museo en el que alguna vez viví. Veía mi cuarto, ahora estudio de mi papá, y me parecía increible que el 70% de las cosas que poseo cupiera ahí, me parecía raro ver esos cuartos y los baños, tan grandes y tan impersonales, no por la falta de fotos o cosas que los hicieran mi casa o la de mi mamá, sino porque mi papá no quiso personalizarlos, le parecía casi un insulto a la memoria de mi mamá cambiar las cosas hasta de lugar, y en vez de verlos y pensar "nada ha cambiado" siempre me pasaba por la mente "¿por qué no ha cambiado? ¿por qué se tortura con esto?", pero una parte de mi entendía que él necesitaba esa tortura y flagelarse para superarlo, por más que diga que está superado, cada domingo va y se sienta en la tumba y lee el periodico, no importa si llueve, el calor es insoportable o si simplemente tiene sueño o flojera, es una responsabilidad que debe cumplir.
El domingo los cuartos seguían iguales, sólo había ropa fuera del closet de mi papá y algunas maletas, sin embargo empecé a sentirme abrumado por las cajas, por saber que ya no iba a ser mi casa, los recuerdos empezaron a encadenarse a las paredes y las cosas que están ahí, cosas que no me gustaban o que siempre miré con indiferencia, como la pared de la escalera llena de símbolos religiosos que tanto le gustaban a mi mamá, la vi y se me fue el aliento y sentí un agujero en el estomago al pensar que esa pared no iba a existir ya, que era irrepetible porque era ESA pared en ESA casa y no lo sería en ningún otro lado, lo mismo con las fotos en las paredes de los cuartos, con los muebles de los cuartos, todo eso sería lo mismo en función pero su esencia se iba a quedar en esa casa y los recuerdos parecían pegarse a las cosas justo donde estaban y cuando las movieran, los recuerdos iban a desaparecer.
Y me senté en la cama, abrumado, sin saber qué hacer o decir, quería tener una cámara y tomar fotos de todo para nunca olvidarlo o encontrar la manera de convencer a mi papá de no mudarse, aunque en el fondo sabía que era muy significativo que él hubiera escogido el día de la madre para llevarme ahí y estar haciendo la mudanza, no he logrado descifrar qué es, pero sé que una parte de él por fin lo superó y era el momento de que el museo que mantenía abierto a costa de su cordura se acabara. Y, por primera vez en casi 5 años, me di cuenta de lo mucho que voy a extrañar esa casa y todo lo que viví en ella: las fiestas de la prepa, estar ahí con mis noviecitas de adolescencia, ver los resultados de mi examen de la UNAM en la sala, poner mi disco de At the gates a la hora de la comida, a Blanca yendo de visita y echandose encima de mi en la cama, a mi abuelita dormida en el cuarto enfrente del mio, a mi mamá en pijama todo el día después de que se jubiló y enojada porque no le avisaba que iban amigos a comer conmigo y la veían "fodonga", mis amigos de la facultad fumando mota en el último piso, la peda con Adrian un 22 de Diciembre, ahogados en alcohol en mi cuarto escuchando música, mi papá saliendose de la casa "sutilmente" para que Ana Laura y yo estuvieramos solos, cuando mi papá o mi mamá se iban de viaje y yo me quedaba solo una semana en la casa, al Chito de bebé bajando las escaleras a brinquitos, Chito acostado en mi cama dormido, a los de Gayosso entrando esa noche, cuando Stefan se quedó un mes en la casa y se hizo más amigo de mi mamá que mio, cuando Kate (una australiana que conocí en Puerto Escondido) se quedó a dormir ahí varios días y cocinabamos juntos, cuando empaqué todo mi cuarto para mudarme, cuando mi papá subió las escaleras hecho una furia dispuesto a madrearme y casi nos peleamos, cuando fumaba a escondidas afuera de mi cuarto en un balconcito improvisado, cuando traía el cabello largo, cuando llegué del concierto de Immortal (del que tuve que caminar de regreso porque no había taxis) y mi mamá me preguntó cómo me había ido, de cuando fui a ver a Opeth y regresé y mi papá no había descifrado cómo prender el DVD, cuando regresé de mi viaje por el sur de México y me regañaron en la cocina por andar desaparecido semana y media, cuando mi tía Tita fue a cortarme el cabello y me dejó la cola de caballo en una bolsita, cuando Blanca regresaba de París y nos daba los regalos mas chafas imaginables porque seguro se le olvidaba llevarnos algo y lo compraba el último día, y más recuerdos, muchos más, me inundan ahora, me inundaban ayer y por primera vez, ni siquiera cuando nos fuimos de Victoria o cuando regresé a la que fue la casa de mi infancia y la vi tan distinta, sentí como si me arrancaran algo y ese algo se iba a quedar ahí y sólo yendo ahí podría estar cerca de ese algo indefinible y meláncolico.
Entre las cosas que intenté hacer ayer fue llevarme joyería de mi mamá para recordarla, pero todo lo que veía no me la recordaba, sé que usaba algunos de esos aretes y collares, pero no me la recordaban, no los sentía como de ella. Y vi la campana. Es una campana que odiaba de niño. La operaron de la tiroides cuando yo tenía como 5-6 años, tal vez 7, y no podía gritar, su voz era como un susurro, y la casa de Victoria era grande, entonces Queta, creo que fue ella, le llevó esa campana para comunicarse conmigo y Blanca o la señora que nos ayudaba. Y recuerdo como sonaba la campana y tenía que ir a ver qué quería, y sonaba muchas veces al día y en todas tenía que ir rápido o iba a seguir sonando. Y a veces yo escondía la campana para que no me estuviera molestando, pero siempre la encontraba o yo se la daba al final. Y sé que esa campana es lo que quiero tener de mi mamá; no las joyas o las fotos, esa campana es tan mia como fue de ella, formó parte integral de un momento de nuestra relación madre-hijo, y es mejor que las fotos porque nadie estaba cerca cuando sonaba la campana y yo tenía que ir o cuando, ya grande, nos acordabamos de cómo le escondía la campana y nos reíamos.
Todo esto empezó como una justificación de mi incomprensión ante la tristeza ajena y en realidad es un recuento de mis tristezas.
Helo ahí, yo descarndamente sincero.
jueves, 26 de marzo de 2009
Jueves antes de medio día. O, Sin musa no hay entrada.
No era una musa tal cual, no tenía una forma física, nombre o personalidad definida.
Es ese algo imposible de definir que te hace sentir la necesidad de expresarte de alguna manera. Sea lo que sea, siento que extravié a mi musa o inspiración.
Han pasado semanas desde que hice una entrada en este medio, después de la última fue como si me hubiera vaciado y ya no tuviera nada más para decir, mucho menos para escribir. Y todos creen que es sencillo sentarse frente a una hoja en blanco y llenarla poco a poco vaciando los contenidos de la mente, pero en realidad es bastante difícil, supongo que debe de ser algo parecido a tomar una brocha con un color al azar y querer pintar algo sin voltear a ver la paleta o recoger una piedra y querer hacer una escultura de nada y de todo. Veo la página en blanco y empiezo a llenarla casi aleatoriamente con una sucesión de palabras; de pronto levanto la mirada a la pantalla y son sólo eso: palabras al azar que se conectan brevemente en algunos puntos. Y las borro. Indudablemente las borro. Cuando es un cuaderno es más difícil, porque mis ojos viajan constantemente a las palabras anteriores, encuentran el error, siguen a mi mano mientras tacha la palabra con unas líneas y escribe una palabra distinta arriba. Así hasta que llega el momento de borrar todo y arranco la hoja.
Intentaré re-empezar sin borrar o arrancar la hoja.
La acción, el movimiento, la narración; no puedo escribir sobre esas cosas. Puedo escribir sobre mi día, algo intimista, una valoración de mis errores, mi gusto por la música, mi vocación por la lectura, capaz y podría escribir la reacción que una película me provocó. Pero si alguien me pidiera que escribiera una entrada en la que contara la película o en la que contara algo que no me tenga a mi como personaje principal o activo, no podría. Arrancaría la hoja. Y alguien me pidió que escribiera un cuento para su cumpleaños (porque Elsa, quien ya no es mi jefa directa pero a quien todavía me refiero como mi jefa, lleva casi dos años recordándome que debo escribir algo de ficción o un artículo para la revista, lo más que he podido hacer al respecto son reseñas de libros, intimistas hasta cierto punto) y ha sido un verdadero calvario escribir la página y media que llevaba, porque obviamente arranqué la página. Pero pensar en un tema, en un algo que valiera la pena escribir, eso fue el primer obstáculo, una vez superado a medias se me ocurrió una idea que no había germinado, más bien un título del cual partiría, y empecé a imaginar a los personajes, no se me ocurría una historia, pero sí los distintos personajes. Después me puse a pensar en las distintas situaciones en las que podría ponerlos y las fui descartando hasta encontrar una que no me desagradaba, y ahí empecé a desarrollar poco a poco, línea a línea, con sus tachones en la hoja, borrones de palabras y demás. Al final la historia perdió pies y cabeza, no era nada y ya ni siquiera recordaba qué era lo que quería escribir originalmente o por qué había empezado de esa manera el "cuento".
No tengo un mal manejo del lenguaje ni de la sintaxis y construcción de oraciones, en teoría debería ser capaz de escribir algo sin necesidad de plagiarlo de algún escritor. Pero lo que encuentro son series de palabras hiladas mas no relacionadas y cuando están relacionadas no dicen nada o lo poco que dicen es una nimiedad.
Esta entrada es una muestra más de eso; no tiene sentido, no tiene cabeza, no tiene un hilo conductor, tampoco tiene punto que presione el botón de "publica entrada" ya que es otra entrada en la que hablo de mí mismo sin ton ni son. Pero seguramente voy a presionar ese botón sólo para demostrarme que sí lo puedo hacer.
Es ese algo imposible de definir que te hace sentir la necesidad de expresarte de alguna manera. Sea lo que sea, siento que extravié a mi musa o inspiración.
Han pasado semanas desde que hice una entrada en este medio, después de la última fue como si me hubiera vaciado y ya no tuviera nada más para decir, mucho menos para escribir. Y todos creen que es sencillo sentarse frente a una hoja en blanco y llenarla poco a poco vaciando los contenidos de la mente, pero en realidad es bastante difícil, supongo que debe de ser algo parecido a tomar una brocha con un color al azar y querer pintar algo sin voltear a ver la paleta o recoger una piedra y querer hacer una escultura de nada y de todo. Veo la página en blanco y empiezo a llenarla casi aleatoriamente con una sucesión de palabras; de pronto levanto la mirada a la pantalla y son sólo eso: palabras al azar que se conectan brevemente en algunos puntos. Y las borro. Indudablemente las borro. Cuando es un cuaderno es más difícil, porque mis ojos viajan constantemente a las palabras anteriores, encuentran el error, siguen a mi mano mientras tacha la palabra con unas líneas y escribe una palabra distinta arriba. Así hasta que llega el momento de borrar todo y arranco la hoja.
Intentaré re-empezar sin borrar o arrancar la hoja.
La acción, el movimiento, la narración; no puedo escribir sobre esas cosas. Puedo escribir sobre mi día, algo intimista, una valoración de mis errores, mi gusto por la música, mi vocación por la lectura, capaz y podría escribir la reacción que una película me provocó. Pero si alguien me pidiera que escribiera una entrada en la que contara la película o en la que contara algo que no me tenga a mi como personaje principal o activo, no podría. Arrancaría la hoja. Y alguien me pidió que escribiera un cuento para su cumpleaños (porque Elsa, quien ya no es mi jefa directa pero a quien todavía me refiero como mi jefa, lleva casi dos años recordándome que debo escribir algo de ficción o un artículo para la revista, lo más que he podido hacer al respecto son reseñas de libros, intimistas hasta cierto punto) y ha sido un verdadero calvario escribir la página y media que llevaba, porque obviamente arranqué la página. Pero pensar en un tema, en un algo que valiera la pena escribir, eso fue el primer obstáculo, una vez superado a medias se me ocurrió una idea que no había germinado, más bien un título del cual partiría, y empecé a imaginar a los personajes, no se me ocurría una historia, pero sí los distintos personajes. Después me puse a pensar en las distintas situaciones en las que podría ponerlos y las fui descartando hasta encontrar una que no me desagradaba, y ahí empecé a desarrollar poco a poco, línea a línea, con sus tachones en la hoja, borrones de palabras y demás. Al final la historia perdió pies y cabeza, no era nada y ya ni siquiera recordaba qué era lo que quería escribir originalmente o por qué había empezado de esa manera el "cuento".
No tengo un mal manejo del lenguaje ni de la sintaxis y construcción de oraciones, en teoría debería ser capaz de escribir algo sin necesidad de plagiarlo de algún escritor. Pero lo que encuentro son series de palabras hiladas mas no relacionadas y cuando están relacionadas no dicen nada o lo poco que dicen es una nimiedad.
Esta entrada es una muestra más de eso; no tiene sentido, no tiene cabeza, no tiene un hilo conductor, tampoco tiene punto que presione el botón de "publica entrada" ya que es otra entrada en la que hablo de mí mismo sin ton ni son. Pero seguramente voy a presionar ese botón sólo para demostrarme que sí lo puedo hacer.
viernes, 27 de febrero de 2009
Viernes medio día. O, Mis fallas
Soy desidioso. Soy flojo. No soy metódico. Sobre todo con las cosas que no me importan a un nivel personal. Este es uno de mis grandes defectos y uno que pensé que podía superar usando la inteligencia.
Dejaré la falsa modestia de lado; soy inteligente, soy creativo y soy ingenioso. Estoy consciente de esto. Y siempre pensé que estas cosas servirían para complementar las fallas mencionadas anteriormente. ¿Qué importa que no seas riguroso con tus trabajos si eres inteligente? Pues sí importa. Y mucho.
Sobre todo en el ambiente académico; en la universidad o brillaba por mi capacidad de leer y comprender mejor que otros o por mi falta de rigor académico. Mis trabajos podían ser de cualquier cosa que se me ocurriera dos días antes de la entrega, un día pensando la idea, la noche anterior a la entrega desarrollándola. Obviamente, con la lingüística pagué el precio de esta actitud ya que no permite esos deslices. Pero con la literatura mantenía mis ideas fuera de un análisis puramente estético y lograba crear trabajos medianamente buenos para pasar las materias.
Existieron excepciones en las cuales hice trabajos muy bien desarrollados y para alimentar a mi ego secreto, que todos tenemos, recibieron buenas críticas. El que más recuerdo fue un trabajo que hice sobre la religiosidad y la psicología en La regenta de Clarín. Estuve en la biblioteca y utilicé referencias cruzadas para demostrar mis puntos. La maestra lo calificó con 10 y le puso una nota de que era uno de los mejores trabajos que había recibido y que debía pensar seriamente en la investigación como campo laboral.
Pero me conozco, fuera del placer que esa nota y calificación me proporcionaron, equiparable al placer que fue leer la novela, no me importaba un carajo hacer de mi vida la de un investigador. Leo porque me gusta; porque lo disfruto, porque me identificó, porque conozco más al mundo y a mí mismo a través de la ficción, porque quiero comprender a las personas y los mejores observadores de la naturaleza humana son los escritores. Creo firmemente que todo caso posible de la naturaleza humana, las flaquezas y las grandezas, se puede encontrar en la literatura.
Pero ese no es el punto de esta entrada.
Gracias a mi falta de rigor y de academicidad, así como una necesidad casi patológica de desobedecer a cualquier figura de autoridad, pagué un precio caro: ver mi ego secreto destrozado frecuentemente al enfrentarme a la cruel realidad de que no siempre puedo ganar ni salirme con la mía. Me regresaron bastantes trabajos con notas de los profesores que decían que no era lo que habían pedido, que mi análisis no estaba fundamentado, que el propósito del trabajo no era sólo una visión impresionista. Fueron golpes duros, pero los superé siempre con la certeza de que las cualidades arriba descritas eran más importantes que el saber dónde y cuándo poner qué cosa.
Hasta en los trabajos me he enfrentado a esa pared insondable de la autoridad contra mí. Se vuelve una pelea de voluntades, un "no hagas esto" por parte de ellos enfrentado con mi "ahora lo hago"; en mi primera aventura como corrector/editor en Oxford University Press recibí un golpe duro a la autoestima cuando no me renovaron el contrato después de haber trabajado duro. Al principio le eché todas las ganas y puse todo en juego, por desgracia el libro en el que estuve trabajando sufrió las inclemencias del destino y no salió por culpa de la diseñadora (desde entonces los odio un poco, no lo puedo evitar); después me dieron la oportunidad de nuevo y mi desidia ganó poco a poco, fui poniendo menos de mi parte y buscando culpables fuera, que sí los había, pero pude haberlo hecho todo distinto; al final puse todo de mi parte para que saliera y salió, pero me costó el trabajo porque había reaccionado demasiado tarde.
Recuerdo mi último día, recuerdo que Georgina, una de mis superioras, me dijo que era muy inteligente, que tenía un buen futuro en este negocio y que tenía todo a mi favor mientras entendiera que las figuras de autoridad no son ni mi enemigo ni están ahí para aceptar mis desafíos, me dijo que mi gran problema no era que no supiera trabajar ni que no fuera bueno, sino que cuestionara y desafiara cada decisión que provenía de entidades superiores a mí, y que si seguía por este camino iba a encontrarme enfrentado con situaciones en las que tenía todas las de perder y que mi inteligencia no me iba a salvar siempre.
Y ahora, después de años de sube y bajas, los demonios del pasado regresaron a cobrarme la factura que les había dejado pendiente. Esos mismos demonios de querer hacer las cosas a mi manera, de no conformarme, de asumir que tengo la razón, regresaron con toda su fuerza y me dieron un golpe fuerte al ver que mi desidia me estaba costando cara con respecto a mi carrera. Que es momento de despertar y de ponerme las pilas una vez más, que ya estuvo bueno de querer siempre hacer las cosas a mi manera, por eso ahora tengo que regresar a la facultad y dejar de sentir que puedo ganar con mis reglas, tengo que jugar con las de ellos si quiero mi título. Y no es que me importe el título, pero quiero demostrarme que soy capaz de acabar, de dejar un capítulo cerrado por fin y saber qué se siente tener ese papelito colgado en la pared.
Cuando recibí el golpe de que la había estado cagando hace unas horas se me fue la sangre de la cara y del cuerpo, me quedé pasmado viendo la innegable realidad y casi me puse a llorar. Pero nada iba a lograr con eso y alguien me hizo reír a pesar de la desgracia en la que me estaba sumiendo y por eso mismo dejé de sentirme miserable y estúpido y decidí aceptar que todo esto había pasado por culpa propia y que el único que puede sacarme del hoyo se llama Manuel.
Dejaré la falsa modestia de lado; soy inteligente, soy creativo y soy ingenioso. Estoy consciente de esto. Y siempre pensé que estas cosas servirían para complementar las fallas mencionadas anteriormente. ¿Qué importa que no seas riguroso con tus trabajos si eres inteligente? Pues sí importa. Y mucho.
Sobre todo en el ambiente académico; en la universidad o brillaba por mi capacidad de leer y comprender mejor que otros o por mi falta de rigor académico. Mis trabajos podían ser de cualquier cosa que se me ocurriera dos días antes de la entrega, un día pensando la idea, la noche anterior a la entrega desarrollándola. Obviamente, con la lingüística pagué el precio de esta actitud ya que no permite esos deslices. Pero con la literatura mantenía mis ideas fuera de un análisis puramente estético y lograba crear trabajos medianamente buenos para pasar las materias.
Existieron excepciones en las cuales hice trabajos muy bien desarrollados y para alimentar a mi ego secreto, que todos tenemos, recibieron buenas críticas. El que más recuerdo fue un trabajo que hice sobre la religiosidad y la psicología en La regenta de Clarín. Estuve en la biblioteca y utilicé referencias cruzadas para demostrar mis puntos. La maestra lo calificó con 10 y le puso una nota de que era uno de los mejores trabajos que había recibido y que debía pensar seriamente en la investigación como campo laboral.
Pero me conozco, fuera del placer que esa nota y calificación me proporcionaron, equiparable al placer que fue leer la novela, no me importaba un carajo hacer de mi vida la de un investigador. Leo porque me gusta; porque lo disfruto, porque me identificó, porque conozco más al mundo y a mí mismo a través de la ficción, porque quiero comprender a las personas y los mejores observadores de la naturaleza humana son los escritores. Creo firmemente que todo caso posible de la naturaleza humana, las flaquezas y las grandezas, se puede encontrar en la literatura.
Pero ese no es el punto de esta entrada.
Gracias a mi falta de rigor y de academicidad, así como una necesidad casi patológica de desobedecer a cualquier figura de autoridad, pagué un precio caro: ver mi ego secreto destrozado frecuentemente al enfrentarme a la cruel realidad de que no siempre puedo ganar ni salirme con la mía. Me regresaron bastantes trabajos con notas de los profesores que decían que no era lo que habían pedido, que mi análisis no estaba fundamentado, que el propósito del trabajo no era sólo una visión impresionista. Fueron golpes duros, pero los superé siempre con la certeza de que las cualidades arriba descritas eran más importantes que el saber dónde y cuándo poner qué cosa.
Hasta en los trabajos me he enfrentado a esa pared insondable de la autoridad contra mí. Se vuelve una pelea de voluntades, un "no hagas esto" por parte de ellos enfrentado con mi "ahora lo hago"; en mi primera aventura como corrector/editor en Oxford University Press recibí un golpe duro a la autoestima cuando no me renovaron el contrato después de haber trabajado duro. Al principio le eché todas las ganas y puse todo en juego, por desgracia el libro en el que estuve trabajando sufrió las inclemencias del destino y no salió por culpa de la diseñadora (desde entonces los odio un poco, no lo puedo evitar); después me dieron la oportunidad de nuevo y mi desidia ganó poco a poco, fui poniendo menos de mi parte y buscando culpables fuera, que sí los había, pero pude haberlo hecho todo distinto; al final puse todo de mi parte para que saliera y salió, pero me costó el trabajo porque había reaccionado demasiado tarde.
Recuerdo mi último día, recuerdo que Georgina, una de mis superioras, me dijo que era muy inteligente, que tenía un buen futuro en este negocio y que tenía todo a mi favor mientras entendiera que las figuras de autoridad no son ni mi enemigo ni están ahí para aceptar mis desafíos, me dijo que mi gran problema no era que no supiera trabajar ni que no fuera bueno, sino que cuestionara y desafiara cada decisión que provenía de entidades superiores a mí, y que si seguía por este camino iba a encontrarme enfrentado con situaciones en las que tenía todas las de perder y que mi inteligencia no me iba a salvar siempre.
Y ahora, después de años de sube y bajas, los demonios del pasado regresaron a cobrarme la factura que les había dejado pendiente. Esos mismos demonios de querer hacer las cosas a mi manera, de no conformarme, de asumir que tengo la razón, regresaron con toda su fuerza y me dieron un golpe fuerte al ver que mi desidia me estaba costando cara con respecto a mi carrera. Que es momento de despertar y de ponerme las pilas una vez más, que ya estuvo bueno de querer siempre hacer las cosas a mi manera, por eso ahora tengo que regresar a la facultad y dejar de sentir que puedo ganar con mis reglas, tengo que jugar con las de ellos si quiero mi título. Y no es que me importe el título, pero quiero demostrarme que soy capaz de acabar, de dejar un capítulo cerrado por fin y saber qué se siente tener ese papelito colgado en la pared.
Cuando recibí el golpe de que la había estado cagando hace unas horas se me fue la sangre de la cara y del cuerpo, me quedé pasmado viendo la innegable realidad y casi me puse a llorar. Pero nada iba a lograr con eso y alguien me hizo reír a pesar de la desgracia en la que me estaba sumiendo y por eso mismo dejé de sentirme miserable y estúpido y decidí aceptar que todo esto había pasado por culpa propia y que el único que puede sacarme del hoyo se llama Manuel.
lunes, 9 de febrero de 2009
Lunes, poco después del mediodía. O, La nariz como receptor del mundo.
La memoria olfativa es un atributo extraño. El ejemplo perfecto de este fenómeno son los perros, quienes reconocen al mundo a través de la nariz, los humanos tenemos una nariz bastante débil y por lo mismo usamos cinco sentidos para sobrevivir, muchos usan 4, pero seguramente le falta cierto sabor a la experiencia. No puedo imaginar ser ciego, sería imposible que alguien te describiera un color sin usar referentes de otros colores o visuales. Pero esto no se trata ni de la vista ni los sentidos, sólo del olfato y los olores.
De regreso a la memoria olfativa, no es uno de los atributos con los que haya sido bendecido de la manera más agraciada; no soy un Proust, que es capaz de crear una vida completa en siete tomos buscando el tiempo perdido porque olió un té de limón y una madalena, ni soy Süskind que dedica una novela a la experiencia olfativa y al asesinato. Soy un simple mortal con la nariz destrozada por nueve años de cigarro a quien sólo los olores más desagradables hacen reaccionar. Es triste decirlo, pero mi memoria olfativa está más relacionada a olores que me dieron/dan asco que a olores dulces.
Empecemos.
El olor a huevo me es bastante desagradable, no al grado ofensivo, pero sí me genera una cierta aversión a pesar de que como huevo y me gusta, de hecho mi infancia está llena de desayunar huevos estrellados o revueltos con “salsita”, que era una simple salsa de tomate con cebolla y un poco de chile, pero casi siempre con tortillas de harina hechas en casa; no es un recuerdo de infancia, es un recuerdo de la vida en general, aunque no sé si sea por la nostalgia o porque en realidad el olor del huevo me desagrada, cuando huelo que están cocinando huevo en el departamento o en el edificio me veo obligado a prender un cigarro para combatir el aroma, casi llego a sentir como se me revuelve el estomago y lo último que quiero es ir y probar lo que sea que estén cocinando.
La salsa inglesa. Es otro de esos olores extraños que ahora casi aborrezco aunque en algún momento no me molestó. Lo relacionaba con la pizza, no siempre le echaba mucha, pero sin duda a mi pizza la rociaba con salsa inglesa. Ahora, cuando alguien le echa de más a algo siento las arcadas porque el simple olor de la salsa inglesa me desagrada. Sobra decir que un día llegué a la cocina, abrumado por un olor nauseabundo, y el correcto estaba marinando una quesadilla en salsa inglesa caliente. Casi vomitó al olerla caliente, le prohibí hacer algo tan asqueroso en la casa de nuevo.
La peste humana. Y por desgracia de esta no se salva nadie. El sudor y la acumulación del mismo es un aroma del que me gustaría poder prescindir. Como buen usuario del transporte urbano me toca de vez en cuando aspirar los efluvios de las personas a las que el desodorante les hace los mandados; es un olor agrio y penetrante a veces, otras es sólo fuerte y sofocante, te hace respirar por la boca del asco y de la ofensa a las fosas nasales. Pero todos tenemos la capacidad de oler así, nuestra alimentación nos hace exudar los aromas más diversos y ofensivos; dudo que alguien que sólo coma cosas sanas sude y huela bien, por eso la industria de los perfumes y desodorantes jamás se verá afectada por alguna crisis o desajuste económico, no podemos tolerar nuestro propio olor a veces, mucho menos el de los desconocidos. Extrañamente, cuando estamos enamorados, o su equivalente, y despertamos al lado de una persona no nos molesta el sudor nocturno ni que la saliva se haya quedado sin moverse durante horas y se vuelva un hervidero de bacterias y olores desagradables; tampoco estamos locos y nos damos los besos más apasionados y devoradores al despertar, pero no nos dan ganas de matar a la persona porque le huele la boca.
Los desinfectantes. Pero no los de casa, las empresas se dedican a que esos huelan a flores o menta y a cosas no desagradables; los desinfectantes que utilizan los doctores y dentistas. Es un olor a limpio sin opción a nada más. Huele a limpio forzado, como si hubieran asesinado todas las partículas del olor que pululan en el ambiente, las masacraron para dejar ese olor a nada, pero ese olor a todos, o casi todos, nos da un poco de miedo, creo que porque sabemos que algo está mal si estamos oliendo eso, ninguna casa huele así, sólo los hospitales tienen ese olor característico a una nada obligada. Y es de entenderse, imaginen el terror inhumano que nos provocarían los hospitales si entráramos a la sala de emergencias y nos diera la bienvenida el olor a sangre, tripas, heces fecales, muerte y sufrimiento; creo que casi todos preferiríamos morir tirados en la calle antes que entrar a la sala de emergencias y oler el dolor ajeno.
La calle. Este es un olor que sólo en México lo he podido identificar. Tal vez exista en otros países de Latinoamérica, pero no he ido a ellos. El olor a distintas comidas mezcladas, a aceite hirviendo, a coches, a basura, a perros, a gente, a drenajes desbordados porque los puestos de comida vacían sus sobras en la alcantarilla, a frutas demasiado maduras en los puestos de jugos, a miles de cigarros, a café, a pan; es una mezcla de olores dulces con olores agrios, rancios, putrefactos, picosos (porque en México es común que los olores piquen, que la nariz hasta te arda sólo de oler algunas salsas); en fin, la calle es un hervidero de olores a veces desagradables, a veces deliciosos. No podría decir que siempre me desagrada el olor de la calle, a veces huele a pan recién hecho, a café fresco, te da hambre, te imaginas lo rico que debe estar ese pan, pero a veces huele a pescado dejado al sol, a vomito, a orines. En Estados Unidos y en Europa existían los mismos olores, pero no estaban tan marcados o tal vez no me quedé el suficiente tiempo para que se volvieran una parte integral de la experiencia de caminar por la ciudad. Me encanta caminar y me gusta caminar por las calles del DF, pero muchas veces los olores son tan nauseabundos que quisiera ir en coche, y otras veces me dan ganas de seguir al olor hasta su punto de origen y comprar lo que sea que estén vendiendo que hace que algo huela tan bien. Es lo bello del DF, aquello que odias también amas y si te lo quitan lo extrañarías.
La comida. No me desagrada el olor de la comida en general, pero cuando no tengo hambre oler comida me parece muy desagradable, sobre todo en espacios cerrados como la oficina, oler alguna salsa de tomate con cebolla y ajo, el arroz, una sopa aguada, una hamburguesa o el chorizo, esos son olores que, cuando tengo hambre, me parecen agradables, pero olerlos en un salón de clases, como a veces pasaba en la UNAM, o en la oficina cuando traen su comida y la abren antes de la hora de la comida me parece una ofensa que debería ser castigable. A veces, cuando llego a una casa donde están haciendo la comida o la cena, y no tengo nada de hambre, el olor me empieza a inundar y me empiezo a marear o a sentirme excesivamente asqueado, sobre todo si todas las ventanas están cerradas y no hay manera de que el olor se difumine o se vaya, se concentra en un sólo lugar, siento como si se me pegara a la ropa, a la piel, al cabello, como si se me metiera en la nariz y se fuera a quedar ahí al paso de las horas y siguiera dándome asco sin importar dónde esté.
Pero no todo es olores desagradables, qué vida tan miserable sería si así fuera.
El agua de limón. No siempre el olor a limón, ese ni me agrada ni desagrada, pero el agua de limón tiene un olor muy particular, es una combinación del limón con azúcar, que siempre me hace recordar cuando era niño y cuando teníamos un limonero en el patio de la casa y me mandaban a recoger limones para hacer el agua. Siempre ha sido mi agua favorita, soy capaz de tomar litros y litros de ella, aunque soy incapaz de ponerme a hacer limonada, aunque me guste mucho, la prefiero sobre la coca o cualquier refresco, tiene también el efecto de refrescarme aún antes de tomarla, sólo con olerla siento ya como si no tuviera calor ni sed y la tomo con singular alegría por lo mismo.
La mandarina. Parece que tengo cierta afición por los cítricos, y puede que sea cierto, pero el olor de la mandarina es otro de esos aromas que me encanta tener alrededor, es un olor bastante dulce y penetrante, pero no llega a serme molesto, sólo es un olor rico, un olor que hace que se me antoje comerme una mandarina o tomarme un jugo; nunca he olido un perfume que huela a mandarina, pero estoy seguro que me gustaría estarlo oliendo.
La cebolla. Aclaro, no me gusta cuando alguien come cebolla y te llega el vaho y el remanente del olor de la cebolla. Pero el olor de la cebolla asada, frita o cruda me encanta, siempre me da hambre cuando huelo cebolla, a menos que, como explico arriba, ya haya comido, en ese caso sólo me desagrada, pero por ser olor a comida no a cebolla. Cuando huelo cebolla frita en un comal con carne, clásica carne a la tampiqueña, me llegan los recuerdos de comidas caseras, de estar sentado a la mesa con Blanca y con mi mamá comiendo carne a la tampiqueña o carne asada con arroz y mucha cebolla frita, con chiles toreados. Es uno de esos aromas que sí tienen la capacidad de regresarme a un tiempo o momento más apacible, como el del agua de limón. En esta categoría debería poner el ajo ya que su olor me encanta, pero no me lleva a ningún recuerdo particular, sólo me gusta el olor del ajo.
Las cremas y perfumes “frutosos”. Nunca he entendido muy bien por qué las mujeres se untan crema en todo el cuerpo después de bañarse, alguna vez Liliana me dijo que para evitar las arrugas y estrías, yo le creo, pero dentro de los posibles aromas de la crema, el de frutas es mi favorito. Cuando estoy en algún lado y me llega ese aroma tenue a frutas sé que indudablemente viene de alguna mujer, y muchas veces lo puedo seguir un poco, discretamente, hasta saber de quién viene. Y me dan ganas de acercarme cual perro y oler a esa persona, pero sé que no está bien visto, entonces no lo hago, me conformo con quedarme cerca y aspirar profundamente para que se me llenen las fosas nasales de ese olor a frutas; es bastante común que se den cuenta y yo diga “huele a frutas” y ella me diga “ah sí, soy yo” y se acaba lo incomodo, confieso que me gusta el olor y ya. Lo mismo pasa con los perfumes, pero esos siempre tienen la característica de ser efímeros, de quedar subyacentes y no ser abrumadores, entonces sólo al principio los puedes oler bien y se van difuminando poco a poco, hasta que la única manera de olerlos sería ir y pegar la nariz contra el área dónde está el perfume y aspirar profundo. Pero, una vez más, no se ve bien ser animalesco ni primario de esa manera, entonces no puedo hacerlo. Aunque ganas nunca me faltan.
Y así acaba mi reflexión sobre el olor, que terminó siendo hablar de los olores que me gustan y los que no me gustan. Ahora le toca a Elisa hablar de los olores y veremos qué sale de su ronco pecho.
Esto fue un ejercicio de imponernos un tema y que cada uno lo tratará muy a su entender. Este es el mío, viene el de ella. Ya luego compararemos mi prosa(ica) contra su poética.
De regreso a la memoria olfativa, no es uno de los atributos con los que haya sido bendecido de la manera más agraciada; no soy un Proust, que es capaz de crear una vida completa en siete tomos buscando el tiempo perdido porque olió un té de limón y una madalena, ni soy Süskind que dedica una novela a la experiencia olfativa y al asesinato. Soy un simple mortal con la nariz destrozada por nueve años de cigarro a quien sólo los olores más desagradables hacen reaccionar. Es triste decirlo, pero mi memoria olfativa está más relacionada a olores que me dieron/dan asco que a olores dulces.
Empecemos.
El olor a huevo me es bastante desagradable, no al grado ofensivo, pero sí me genera una cierta aversión a pesar de que como huevo y me gusta, de hecho mi infancia está llena de desayunar huevos estrellados o revueltos con “salsita”, que era una simple salsa de tomate con cebolla y un poco de chile, pero casi siempre con tortillas de harina hechas en casa; no es un recuerdo de infancia, es un recuerdo de la vida en general, aunque no sé si sea por la nostalgia o porque en realidad el olor del huevo me desagrada, cuando huelo que están cocinando huevo en el departamento o en el edificio me veo obligado a prender un cigarro para combatir el aroma, casi llego a sentir como se me revuelve el estomago y lo último que quiero es ir y probar lo que sea que estén cocinando.
La salsa inglesa. Es otro de esos olores extraños que ahora casi aborrezco aunque en algún momento no me molestó. Lo relacionaba con la pizza, no siempre le echaba mucha, pero sin duda a mi pizza la rociaba con salsa inglesa. Ahora, cuando alguien le echa de más a algo siento las arcadas porque el simple olor de la salsa inglesa me desagrada. Sobra decir que un día llegué a la cocina, abrumado por un olor nauseabundo, y el correcto estaba marinando una quesadilla en salsa inglesa caliente. Casi vomitó al olerla caliente, le prohibí hacer algo tan asqueroso en la casa de nuevo.
La peste humana. Y por desgracia de esta no se salva nadie. El sudor y la acumulación del mismo es un aroma del que me gustaría poder prescindir. Como buen usuario del transporte urbano me toca de vez en cuando aspirar los efluvios de las personas a las que el desodorante les hace los mandados; es un olor agrio y penetrante a veces, otras es sólo fuerte y sofocante, te hace respirar por la boca del asco y de la ofensa a las fosas nasales. Pero todos tenemos la capacidad de oler así, nuestra alimentación nos hace exudar los aromas más diversos y ofensivos; dudo que alguien que sólo coma cosas sanas sude y huela bien, por eso la industria de los perfumes y desodorantes jamás se verá afectada por alguna crisis o desajuste económico, no podemos tolerar nuestro propio olor a veces, mucho menos el de los desconocidos. Extrañamente, cuando estamos enamorados, o su equivalente, y despertamos al lado de una persona no nos molesta el sudor nocturno ni que la saliva se haya quedado sin moverse durante horas y se vuelva un hervidero de bacterias y olores desagradables; tampoco estamos locos y nos damos los besos más apasionados y devoradores al despertar, pero no nos dan ganas de matar a la persona porque le huele la boca.
Los desinfectantes. Pero no los de casa, las empresas se dedican a que esos huelan a flores o menta y a cosas no desagradables; los desinfectantes que utilizan los doctores y dentistas. Es un olor a limpio sin opción a nada más. Huele a limpio forzado, como si hubieran asesinado todas las partículas del olor que pululan en el ambiente, las masacraron para dejar ese olor a nada, pero ese olor a todos, o casi todos, nos da un poco de miedo, creo que porque sabemos que algo está mal si estamos oliendo eso, ninguna casa huele así, sólo los hospitales tienen ese olor característico a una nada obligada. Y es de entenderse, imaginen el terror inhumano que nos provocarían los hospitales si entráramos a la sala de emergencias y nos diera la bienvenida el olor a sangre, tripas, heces fecales, muerte y sufrimiento; creo que casi todos preferiríamos morir tirados en la calle antes que entrar a la sala de emergencias y oler el dolor ajeno.
La calle. Este es un olor que sólo en México lo he podido identificar. Tal vez exista en otros países de Latinoamérica, pero no he ido a ellos. El olor a distintas comidas mezcladas, a aceite hirviendo, a coches, a basura, a perros, a gente, a drenajes desbordados porque los puestos de comida vacían sus sobras en la alcantarilla, a frutas demasiado maduras en los puestos de jugos, a miles de cigarros, a café, a pan; es una mezcla de olores dulces con olores agrios, rancios, putrefactos, picosos (porque en México es común que los olores piquen, que la nariz hasta te arda sólo de oler algunas salsas); en fin, la calle es un hervidero de olores a veces desagradables, a veces deliciosos. No podría decir que siempre me desagrada el olor de la calle, a veces huele a pan recién hecho, a café fresco, te da hambre, te imaginas lo rico que debe estar ese pan, pero a veces huele a pescado dejado al sol, a vomito, a orines. En Estados Unidos y en Europa existían los mismos olores, pero no estaban tan marcados o tal vez no me quedé el suficiente tiempo para que se volvieran una parte integral de la experiencia de caminar por la ciudad. Me encanta caminar y me gusta caminar por las calles del DF, pero muchas veces los olores son tan nauseabundos que quisiera ir en coche, y otras veces me dan ganas de seguir al olor hasta su punto de origen y comprar lo que sea que estén vendiendo que hace que algo huela tan bien. Es lo bello del DF, aquello que odias también amas y si te lo quitan lo extrañarías.
La comida. No me desagrada el olor de la comida en general, pero cuando no tengo hambre oler comida me parece muy desagradable, sobre todo en espacios cerrados como la oficina, oler alguna salsa de tomate con cebolla y ajo, el arroz, una sopa aguada, una hamburguesa o el chorizo, esos son olores que, cuando tengo hambre, me parecen agradables, pero olerlos en un salón de clases, como a veces pasaba en la UNAM, o en la oficina cuando traen su comida y la abren antes de la hora de la comida me parece una ofensa que debería ser castigable. A veces, cuando llego a una casa donde están haciendo la comida o la cena, y no tengo nada de hambre, el olor me empieza a inundar y me empiezo a marear o a sentirme excesivamente asqueado, sobre todo si todas las ventanas están cerradas y no hay manera de que el olor se difumine o se vaya, se concentra en un sólo lugar, siento como si se me pegara a la ropa, a la piel, al cabello, como si se me metiera en la nariz y se fuera a quedar ahí al paso de las horas y siguiera dándome asco sin importar dónde esté.
Pero no todo es olores desagradables, qué vida tan miserable sería si así fuera.
El agua de limón. No siempre el olor a limón, ese ni me agrada ni desagrada, pero el agua de limón tiene un olor muy particular, es una combinación del limón con azúcar, que siempre me hace recordar cuando era niño y cuando teníamos un limonero en el patio de la casa y me mandaban a recoger limones para hacer el agua. Siempre ha sido mi agua favorita, soy capaz de tomar litros y litros de ella, aunque soy incapaz de ponerme a hacer limonada, aunque me guste mucho, la prefiero sobre la coca o cualquier refresco, tiene también el efecto de refrescarme aún antes de tomarla, sólo con olerla siento ya como si no tuviera calor ni sed y la tomo con singular alegría por lo mismo.
La mandarina. Parece que tengo cierta afición por los cítricos, y puede que sea cierto, pero el olor de la mandarina es otro de esos aromas que me encanta tener alrededor, es un olor bastante dulce y penetrante, pero no llega a serme molesto, sólo es un olor rico, un olor que hace que se me antoje comerme una mandarina o tomarme un jugo; nunca he olido un perfume que huela a mandarina, pero estoy seguro que me gustaría estarlo oliendo.
La cebolla. Aclaro, no me gusta cuando alguien come cebolla y te llega el vaho y el remanente del olor de la cebolla. Pero el olor de la cebolla asada, frita o cruda me encanta, siempre me da hambre cuando huelo cebolla, a menos que, como explico arriba, ya haya comido, en ese caso sólo me desagrada, pero por ser olor a comida no a cebolla. Cuando huelo cebolla frita en un comal con carne, clásica carne a la tampiqueña, me llegan los recuerdos de comidas caseras, de estar sentado a la mesa con Blanca y con mi mamá comiendo carne a la tampiqueña o carne asada con arroz y mucha cebolla frita, con chiles toreados. Es uno de esos aromas que sí tienen la capacidad de regresarme a un tiempo o momento más apacible, como el del agua de limón. En esta categoría debería poner el ajo ya que su olor me encanta, pero no me lleva a ningún recuerdo particular, sólo me gusta el olor del ajo.
Las cremas y perfumes “frutosos”. Nunca he entendido muy bien por qué las mujeres se untan crema en todo el cuerpo después de bañarse, alguna vez Liliana me dijo que para evitar las arrugas y estrías, yo le creo, pero dentro de los posibles aromas de la crema, el de frutas es mi favorito. Cuando estoy en algún lado y me llega ese aroma tenue a frutas sé que indudablemente viene de alguna mujer, y muchas veces lo puedo seguir un poco, discretamente, hasta saber de quién viene. Y me dan ganas de acercarme cual perro y oler a esa persona, pero sé que no está bien visto, entonces no lo hago, me conformo con quedarme cerca y aspirar profundamente para que se me llenen las fosas nasales de ese olor a frutas; es bastante común que se den cuenta y yo diga “huele a frutas” y ella me diga “ah sí, soy yo” y se acaba lo incomodo, confieso que me gusta el olor y ya. Lo mismo pasa con los perfumes, pero esos siempre tienen la característica de ser efímeros, de quedar subyacentes y no ser abrumadores, entonces sólo al principio los puedes oler bien y se van difuminando poco a poco, hasta que la única manera de olerlos sería ir y pegar la nariz contra el área dónde está el perfume y aspirar profundo. Pero, una vez más, no se ve bien ser animalesco ni primario de esa manera, entonces no puedo hacerlo. Aunque ganas nunca me faltan.
Y así acaba mi reflexión sobre el olor, que terminó siendo hablar de los olores que me gustan y los que no me gustan. Ahora le toca a Elisa hablar de los olores y veremos qué sale de su ronco pecho.
Esto fue un ejercicio de imponernos un tema y que cada uno lo tratará muy a su entender. Este es el mío, viene el de ella. Ya luego compararemos mi prosa(ica) contra su poética.
martes, 20 de enero de 2009
Martes 1:30 pm. O, El soundtrack de mi vida
Imaginemos por un momento que hace poco algún directorazo decidió hacer una película de mi vida (tal vez Wim Wenders, aunque su cinematografía es muy lenta, tal vez Werner Herzog o Scorsese, mientras no sea Spielberg porque esa película apestaría). Dicha película tendría que llevar un soundtrack obviamente, y si me tocara escogerlo, estas serían las canciones que pondría.
Mi vida siempre ha estado tocada por la música de alguna manera, aunque me considero medio neófito musical, pero siempre ha habido música de fondo que alguien más estaba escuchando o que yo estaba escuchando. Esto se acentuó conforme fui creciendo y tuve un walkman primero, después un discman y al final una ipod.
Lo dividiría en etapas, correspondientes a momentos de mi vida o procesos de crecimiento.
Niñez
1.- Che Araña. Cri-cri
No puedo describir o siquiera recordar mi niñez sin que haya canciones de Cri-cri ahí; mi mamá consiguió el cassette del homenaje a Cri-cri y tal vez la canción que más recuerdo es Che araña cantada por Emmanuel. Las imágenes que deberían acompañar a la canción serían las de un niño jugando con sus soldaditos de juguete, con tortugas ninja, con sus amigos en su patio, el mismo niño peleándose con su hermana, con un koala de peluche, sentado viendo la tele, con su mamá en el cuarto de lavado mientras ella le recitaba poemas y luego le preguntaba qué significaban, cantando las canciones de Cri-cri. En fin, una infancia feliz y sin muchos problemas, con canciones alegres, como toda infancia de un niño debería ser. Obviamente, no todo fue color de rosa, como tampoco lo fueron las infancias de quienes leen esto ahora, pero no cambiaría nada de ella de tener la oportunidad.
2.- Bohemian Rhapsody. Queen
Creo que me sería imposible siquiera explicar mi llegada a la adolescencia sin Queen. Fue uno de esos grupos que encontré por equivocación gracias a mi primo Pepe, y esta canción en particular apareció en una película, El mundo según Wayne. Después Queen se volvió algo así como una adicción, recuerdo que Pepe y yo no teníamos para comprar todos los cassettes que queríamos, así que íbamos y nos los robábamos a Mixup y Sanborns (perdón por balconear nuestros deslices infantiles Pepe), de hecho, éramos tan buenos robando que jamás nos detuvo algo, ni siquiera esa cosa llamada conciencia; dulces, juguetes, juegos de video, todo lo que se nos antojara y no nos alcanzara para comprar lo robábamos. Pero siempre hacíamos hincapié en tener los cassettes de Queen y como que siempre nos lamentábamos de que Freddie Mercury se hubiera muerto antes de que fuéramos fans del grupo.
Adolescencia
3.- Welcome to the jungle. Guns n’ Roses
Me encantaría poder negar que fui fan de Guns, pero la verdad es que me prendían muy cañón, me sentía bien rudo escuchándolos y Slash se me hacía el prototipo de guitarrista que está demasiado cabrón para su tiempo. Me sabía las canciones, las cantaba, me prendía la idea de verlos en concierto, me gustaban sus videos (mismos que ahora considero súper ridículos y jotos), y además era algo así como el grupo de la época en mi secundaria, todos éramos fans de Guns, bueno, todos los que sabíamos inglés, porque como iba en secundaria pública pues no éramos mayoría, y los otros eran los fans de El Tri, grupo que siempre me ha parecido detestable porque la voz de Alex Lora es como escuchar a alguien ser torturado. También recuerdo como algunas de sus canciones me parecían como que bien románticas y cool, y como seguía en la onda de el amor idealizado, sólo puedo decir que me llegaban.
4.- The Beautiful People. Marilyn Manson
Otro periodo musical que me encantaría negar, pero tampoco puedo, después de Guns me fui por lo más pesado y en ese momento pensaba de todo corazón que no podía existir algo más pesado y blasfemo que Marilyn Manson, es más, le encontraba una critica social muy cañona, y no es que fuera una persona que tuviera la mínima idea de cosas sociales, pero ahí había algo que me llamaba la atención. De hecho me sentía bastante inteligente escuchando este grupo porque yo no era uno más de las ovejas que escuchaban lo que ponían en el radio y así, debo aceptar que fue un periodo de crecimiento para mí, me rebelé contra muchas cosas, tal vez muy estúpidamente y sin fundamento, pero moldeó un poco mi carácter, aunque el alejamiento al que me sometí debido a que era diferente de los demás, mínimo en la secundaria y el primer año de prepa, no ayudó a que me encerrara en mi mismo muchas veces.
5.- Wish. Nine Inch Nails
En esos extraños flashbacks que a veces tengo, en los que recuerdo cosas perfectamente, está el de esta canción y video. Recuerdo haber estado viendo MTV como a la 1 am y en eso empezó una canción con un ritmo de batería que me hizo quedarme con la boca abierta y sin saber qué decir, luego una canción que era pesada, pero al mismo tiempo no era sólo ruido, había todo un matiz de colores y tonos que me dejaron sin habla. Al otro día me fui a Mixup y compré el disco Broken donde venía la canción y lo escuché fanáticamente hasta que no pude resistir más y fui a comprarme el resto de la discografía de NIN. Aquí deje de escuchar a Manson y me dediqué a ser un fan acérrimo de NIN, siempre con la esperanza de que vinieran a México, pero nunca lo hicieron, bueno, lo hicieron 10 años después, cuando me valía madre lo que hicieran. También fue por esta época cuando me rompieron el corazón por primera vez en uno de esos amores juveniles y tontos y la canción Hurt se volvió el himno de mi misería.
Post adolescencia
6.- John Doe. Testament
Creo que aquí fue donde realmente di una ruptura con lo que había sido y tomé lo que más me gustaba para hacer a un nuevo yo. Seguí siendo fan de NIN hasta los 19 años, recuerdo muy bien cuando decidí dejar de serlo, pero eso viene más adelante, pero empecé a clavarme mucho más en el metal y esta canción de Testament a la fecha sigue trayendo buenos recuerdos. Fue tal la ruptura que dejé de hablarle a muchas personas con las que me llevaba, no sólo por el metal, sino porque así se dieron las cosas, pero escuchar música pesada que muy pocas personas escuchaban fue un factor para que le dejara de hablar a casi todos mis amigos de la prepa y empezara a juntarme con el pequeño grupo de metaleros. ¿Saben como dicen que las civilizaciones tienen su época dorada? Creo que esta de post adolescencia es la mía.
7.- Battles in the North. Immortal
Esta canción merece estar en el soundtrack porque aunque no tuvo un efecto cambiante o revitalizador en mí, es una canción que siempre me pone de buen humor. Es excesivamente pesada, al grado de ser casi imposible de escuchar por muchas personas, suena a puros batacazos, guitarrazos y gritos desesperados, pero tanto la letra como la música siempre me han parecido cercanas a la genialidad y al tipo de canción que me hubiera gustado tocar en vivo de haber tenido talento musical. Además, cuando quería enseñarle a alguien el tipo de música que escuchaba y dejarlos con un sabor de boca raro y pensando que estaba loco, les ponía ésta.
8.- Slaughter of the Soul/Terminal Spirit Disease. At the Gates
Si ha habido un grupo que me ha hecho darme cuenta de que mi visión del mundo es un tanto pesimista y oscura, aunque no niego que siempre hay una luz al final del túnel en mi visión, ha sido At the Gates. Las letras de Tomas Lindberg han sido siempre desgarradas y viscerales, casi puedes oler la sangre que las mancha cuando escuchas el disco (gracias Roberto Bolaño por la imagen, te la tuve que robar). Letras como “Can you feel the pain I feel? I've lost all sense of what is real I'm lost, in a world I detest” siempre tuvieron un efecto muy fuerte en mí, sentía como si se hubieran metido en mi cabeza y sacado las ideas. “Twenty two years of pain and I can feel this closing in, the will to rise above, tearing my insides out” me llegaba, y me llega a la fecha, aunque no tuviera 22 ni tenga ya 22 años, es como buscar ser mejor a cualquier costo, y si tienes que llegar a sacarte las entrañas a pura fuerza de voluntad por mejorar, lo haces. Estoy consciente de que no es ningún premio nobel quien escribe esas letras y que a lo mejor hasta son cheesy para algunos, pero creo firmemente que a mis 17 años, cuando las escuché por primera vez, moldearon algo que todavía no tenía forma dentro de mí y le dieron voz a todo lo que no sabía cómo decir.
9.- Dig up her bones. The Misfits
Desde que empecé a escuchar metal sólo me ha ocurrido una vez que me hartará de él, ya no quería escuchar más guitarrazos ni nada de eso, los gritos descarnados del death metal llegaron a cansarme, los alaridos y blasfemias del black metal perdieron su chiste, la tristeza y desolación del doom se volvieron tediosos, entonces de pronto acabé escuchando a The Misfits, un grupo de punk que instantáneamente me cautivó. Las letras eran insulsas, casi siempre temas de terror o cosas por el estilo, pero me gustaban, me llamaban mucho la atención, y fue un buen descanso del metal; como siempre pasa, salté de genero en genero, acabé escuchando un poco de jazz, progresivo, más punk, ska, rock, alternativo y de pronto un día me dije “déjate de joterías, ahí están tus discos, vas” y que se arma, dejé de pronto de escuchar todo lo que me había servido de break y me sumergí de nuevo en el metal.
Inicio de vida adulta
10.- Deep Inside of Nowhere. Nightingale
Hay miles de canciones que se quedan sin mención y sin su tiempo en el soundtrack, pero creo que es imposible incluir todas las que quisiera y no incluir ésta sería una grosería. Cuando mi mamá falleció no podía escuchar música, mucho menos música que hablaba de la muerte así como así, y por suerte unos años antes había encontrado esta canción de un grupo metalero que decidió ser rock progresivo. Cuando la escuché unos días después del funeral fue por el título, porque en efecto me sentía en el fondo de ningún lado; la letra de pronto se metió en mí hasta lo más profundo y me hizo sentir que no estaba solo, que había más gente que sentía lo que era estar perdido y confundido, que no era el único con un dolor tan profundo que se volvía casi indescriptible, pero lo que podías describir era ese infierno en el que te encontrabas y del que por alguna razón tampoco querías salir, pero eras excesivamente infeliz dentro de él. Recuerdo como sentí cuando empezó la canción la primera vez que la oí después del incidente: “Surrounded by silence, no one is here with me, I am alone, lost and solitaire. And I have heard all these stories of Heaven, but where is the one I should meet? No heartbeat nor breath, only darkness everywhere”. Y fue todo lo que necesité, se volvió la única canción que podía escuchar los primeros días, porque ansiaba sentirme entendido y comprendido y dejar de sentirme solo.
11.- Godhead’s Lament/Bleak. Opeth
Opeth es uno de esos grupos como At the Gates, simplemente hay una genialidad ahí que me llama, que me hace escucharlos con avidez. Aunque debo reconocer que muchas veces las letras de Opeth son muy buenas, como es el caso de estas canciones, hay otras canciones donde las letras son una estupidez, y es porque el vocalista ha comentado que escoge las letras como acompañamiento de la música, cosa que está mal. Son tan importantes o más que la música. Pero bueno, estas dos canciones son excelentes y completas en todo sentido, ambas las podría escuchar durante 3 o 4 horas sin parar y no me hartaría, querría más. Y en vivo fueron un evento por sí mismas. Pero en fin, creo que sería imposible incluir escenas de la película de mi vida sin poner estas rolas intercaladas, Bleak justo después de Deep inside of nowhere y Godhead’s lament en el momento en el que el personaje, yo, sale del hoyo en el que está y ve que no todo está mal.
12.- The wicked trilogy. Iced Earth
Esta trilogía no tiene un momento preciso dónde entrar realmente, es como una crítica, de manera fantasiosa, a la humanidad y a la iglesia como institución, temas en los que empecé a pensar desde los 15-16 años, pero que fueron tomando más fuerza conforme más cosas leía y más me iba informado y creando una opinión que no era sólo “me caen mal”, sino una visión más cercana a la que tengo en este momento. Además, Iced Earth es otro de esos grupos que me llegan, pero más que por las letras siempre, es por la voz de su vocalista Matt Barlow. Tiene una manera de hacer que la canción te jale y te sumerja en ella muy particular y casi inigualable. Y en vivo la trilogía es perfecta.
13.- Proverbs of Hell. Ulver
Como dije en la entrada anterior, el metal me acercó a la literatura, y en este caso, la literatura me acercó al metal. Aunque este disco no sea nada metalero excepto por un guitarrazo aquí y allá. Yo había escuchado a Ulver muchos años antes, pero eran demasiado viscerales, un sonido casi primitivo y que parecía que cualquier idiota en su cochera lo había grabado. Por eso cuando me topé con que Ulver había hecho un disco de El matrimonio del cielo y el infierno de William Blake me acerqué con mucho cuidado. Había leído una que otra cosilla de Blake, nunca ese libro, y me daba miedo que Ulver demostrara la teoría de que lo que tocan los metaleros lo hacen mierda. Pero mi sorpresa fue inmensa cuando escuché trip-hop, house, electrónico y metal combinados. Lo que sonaba en papel como una basura fue uno de los discos que más tiempo se ha mantenido en mi computadora y discman, al grado de que tengo casi memorizados los poemas y cuando los escucho no puedo evitar musicalizarlos en mi cabeza. Y más grande fue mi sorpresa cuando un día estaba buscando unos papeles que necesitaba llevarme a mi departamento, porque ya vivía solo, y me topé con una carpeta que tenía el nombre de mi mamá que adentro tenía una fotocopia de los proverbios del infierno, justo el poema/canción que más me gustaba, las máximas que yo más citaba y en las que más pensaba, estaban ahí, habían sido también máximas de ella y era como encontrar algo que nos ligaba de manera fortuita y muy profunda, porque cuando ella las leía, yo ni siquiera sabía quién era Blake, y cuando supe, ella ya no estaba ahí. Pero se fortaleció esa conexión intelectual y emocional que siempre había existido.
14.- Alone/Ad Astra/The Chaos Path/Of Nails and Sinners. Arcturus
Casi podría incluir todo el disco La Masquerade Infernale de Arcturus en el soundtrack de mi vida, de hecho podría incluir también The Sham Mirrors y Sideshow Symphonies, ya que todos esos discos de Arcturus me encantan e imaginar mi vida adulta sin sus canciones es difícil. Pero las canciones mencionadas son los más claros ejemplos de una afición que empezó justo con música que no era 100% metalera, pero con un sonido tan especial que no había manera de que no me gustara. Aunque no es un trago fácil de pasar por lo extraño de la música, sin contar la voz con sus altibajos y gritillos, me alegra haber podido pasarme ese trago porque me han acompañado por distintas etapas de mi vida. No puedo imaginar el tiempo que pasé en Estados Unidos con la loca sin La masquerade, cuando estaba solo era el disco que generalmente escuchaba y me tranquilizaba, me llenaba la mente de imágenes de carnavales, fiestas de disfraces, ángeles cayendo del cielo hacia el infierno, personas con mascaras y antifaces; todo eso me ayudaba a no agarrar un bat y destrozarle el cráneo a la lunática esa jajaja.
Final
15.- To bid you farewell. Opeth
Obvio falta mucho para el final de la película, seguro con el paso de los años me daré cuenta de que el soundtrack debería ser un disco doble o hasta triple, pero en este momento creo que esta canción sonaría muy bien en la última escena, obviamente en un panteón durante un funeral, en lo que la imagen se difumina y salen los créditos, acompañados de fotos reales y demás. Claro, con una canción de 13 minutos que debe sonar completa, deberían o ser muchas fotos o muchos créditos.
Mi vida siempre ha estado tocada por la música de alguna manera, aunque me considero medio neófito musical, pero siempre ha habido música de fondo que alguien más estaba escuchando o que yo estaba escuchando. Esto se acentuó conforme fui creciendo y tuve un walkman primero, después un discman y al final una ipod.
Lo dividiría en etapas, correspondientes a momentos de mi vida o procesos de crecimiento.
Niñez
1.- Che Araña. Cri-cri
No puedo describir o siquiera recordar mi niñez sin que haya canciones de Cri-cri ahí; mi mamá consiguió el cassette del homenaje a Cri-cri y tal vez la canción que más recuerdo es Che araña cantada por Emmanuel. Las imágenes que deberían acompañar a la canción serían las de un niño jugando con sus soldaditos de juguete, con tortugas ninja, con sus amigos en su patio, el mismo niño peleándose con su hermana, con un koala de peluche, sentado viendo la tele, con su mamá en el cuarto de lavado mientras ella le recitaba poemas y luego le preguntaba qué significaban, cantando las canciones de Cri-cri. En fin, una infancia feliz y sin muchos problemas, con canciones alegres, como toda infancia de un niño debería ser. Obviamente, no todo fue color de rosa, como tampoco lo fueron las infancias de quienes leen esto ahora, pero no cambiaría nada de ella de tener la oportunidad.
2.- Bohemian Rhapsody. Queen
Creo que me sería imposible siquiera explicar mi llegada a la adolescencia sin Queen. Fue uno de esos grupos que encontré por equivocación gracias a mi primo Pepe, y esta canción en particular apareció en una película, El mundo según Wayne. Después Queen se volvió algo así como una adicción, recuerdo que Pepe y yo no teníamos para comprar todos los cassettes que queríamos, así que íbamos y nos los robábamos a Mixup y Sanborns (perdón por balconear nuestros deslices infantiles Pepe), de hecho, éramos tan buenos robando que jamás nos detuvo algo, ni siquiera esa cosa llamada conciencia; dulces, juguetes, juegos de video, todo lo que se nos antojara y no nos alcanzara para comprar lo robábamos. Pero siempre hacíamos hincapié en tener los cassettes de Queen y como que siempre nos lamentábamos de que Freddie Mercury se hubiera muerto antes de que fuéramos fans del grupo.
Adolescencia
3.- Welcome to the jungle. Guns n’ Roses
Me encantaría poder negar que fui fan de Guns, pero la verdad es que me prendían muy cañón, me sentía bien rudo escuchándolos y Slash se me hacía el prototipo de guitarrista que está demasiado cabrón para su tiempo. Me sabía las canciones, las cantaba, me prendía la idea de verlos en concierto, me gustaban sus videos (mismos que ahora considero súper ridículos y jotos), y además era algo así como el grupo de la época en mi secundaria, todos éramos fans de Guns, bueno, todos los que sabíamos inglés, porque como iba en secundaria pública pues no éramos mayoría, y los otros eran los fans de El Tri, grupo que siempre me ha parecido detestable porque la voz de Alex Lora es como escuchar a alguien ser torturado. También recuerdo como algunas de sus canciones me parecían como que bien románticas y cool, y como seguía en la onda de el amor idealizado, sólo puedo decir que me llegaban.
4.- The Beautiful People. Marilyn Manson
Otro periodo musical que me encantaría negar, pero tampoco puedo, después de Guns me fui por lo más pesado y en ese momento pensaba de todo corazón que no podía existir algo más pesado y blasfemo que Marilyn Manson, es más, le encontraba una critica social muy cañona, y no es que fuera una persona que tuviera la mínima idea de cosas sociales, pero ahí había algo que me llamaba la atención. De hecho me sentía bastante inteligente escuchando este grupo porque yo no era uno más de las ovejas que escuchaban lo que ponían en el radio y así, debo aceptar que fue un periodo de crecimiento para mí, me rebelé contra muchas cosas, tal vez muy estúpidamente y sin fundamento, pero moldeó un poco mi carácter, aunque el alejamiento al que me sometí debido a que era diferente de los demás, mínimo en la secundaria y el primer año de prepa, no ayudó a que me encerrara en mi mismo muchas veces.
5.- Wish. Nine Inch Nails
En esos extraños flashbacks que a veces tengo, en los que recuerdo cosas perfectamente, está el de esta canción y video. Recuerdo haber estado viendo MTV como a la 1 am y en eso empezó una canción con un ritmo de batería que me hizo quedarme con la boca abierta y sin saber qué decir, luego una canción que era pesada, pero al mismo tiempo no era sólo ruido, había todo un matiz de colores y tonos que me dejaron sin habla. Al otro día me fui a Mixup y compré el disco Broken donde venía la canción y lo escuché fanáticamente hasta que no pude resistir más y fui a comprarme el resto de la discografía de NIN. Aquí deje de escuchar a Manson y me dediqué a ser un fan acérrimo de NIN, siempre con la esperanza de que vinieran a México, pero nunca lo hicieron, bueno, lo hicieron 10 años después, cuando me valía madre lo que hicieran. También fue por esta época cuando me rompieron el corazón por primera vez en uno de esos amores juveniles y tontos y la canción Hurt se volvió el himno de mi misería.
Post adolescencia
6.- John Doe. Testament
Creo que aquí fue donde realmente di una ruptura con lo que había sido y tomé lo que más me gustaba para hacer a un nuevo yo. Seguí siendo fan de NIN hasta los 19 años, recuerdo muy bien cuando decidí dejar de serlo, pero eso viene más adelante, pero empecé a clavarme mucho más en el metal y esta canción de Testament a la fecha sigue trayendo buenos recuerdos. Fue tal la ruptura que dejé de hablarle a muchas personas con las que me llevaba, no sólo por el metal, sino porque así se dieron las cosas, pero escuchar música pesada que muy pocas personas escuchaban fue un factor para que le dejara de hablar a casi todos mis amigos de la prepa y empezara a juntarme con el pequeño grupo de metaleros. ¿Saben como dicen que las civilizaciones tienen su época dorada? Creo que esta de post adolescencia es la mía.
7.- Battles in the North. Immortal
Esta canción merece estar en el soundtrack porque aunque no tuvo un efecto cambiante o revitalizador en mí, es una canción que siempre me pone de buen humor. Es excesivamente pesada, al grado de ser casi imposible de escuchar por muchas personas, suena a puros batacazos, guitarrazos y gritos desesperados, pero tanto la letra como la música siempre me han parecido cercanas a la genialidad y al tipo de canción que me hubiera gustado tocar en vivo de haber tenido talento musical. Además, cuando quería enseñarle a alguien el tipo de música que escuchaba y dejarlos con un sabor de boca raro y pensando que estaba loco, les ponía ésta.
8.- Slaughter of the Soul/Terminal Spirit Disease. At the Gates
Si ha habido un grupo que me ha hecho darme cuenta de que mi visión del mundo es un tanto pesimista y oscura, aunque no niego que siempre hay una luz al final del túnel en mi visión, ha sido At the Gates. Las letras de Tomas Lindberg han sido siempre desgarradas y viscerales, casi puedes oler la sangre que las mancha cuando escuchas el disco (gracias Roberto Bolaño por la imagen, te la tuve que robar). Letras como “Can you feel the pain I feel? I've lost all sense of what is real I'm lost, in a world I detest” siempre tuvieron un efecto muy fuerte en mí, sentía como si se hubieran metido en mi cabeza y sacado las ideas. “Twenty two years of pain and I can feel this closing in, the will to rise above, tearing my insides out” me llegaba, y me llega a la fecha, aunque no tuviera 22 ni tenga ya 22 años, es como buscar ser mejor a cualquier costo, y si tienes que llegar a sacarte las entrañas a pura fuerza de voluntad por mejorar, lo haces. Estoy consciente de que no es ningún premio nobel quien escribe esas letras y que a lo mejor hasta son cheesy para algunos, pero creo firmemente que a mis 17 años, cuando las escuché por primera vez, moldearon algo que todavía no tenía forma dentro de mí y le dieron voz a todo lo que no sabía cómo decir.
9.- Dig up her bones. The Misfits
Desde que empecé a escuchar metal sólo me ha ocurrido una vez que me hartará de él, ya no quería escuchar más guitarrazos ni nada de eso, los gritos descarnados del death metal llegaron a cansarme, los alaridos y blasfemias del black metal perdieron su chiste, la tristeza y desolación del doom se volvieron tediosos, entonces de pronto acabé escuchando a The Misfits, un grupo de punk que instantáneamente me cautivó. Las letras eran insulsas, casi siempre temas de terror o cosas por el estilo, pero me gustaban, me llamaban mucho la atención, y fue un buen descanso del metal; como siempre pasa, salté de genero en genero, acabé escuchando un poco de jazz, progresivo, más punk, ska, rock, alternativo y de pronto un día me dije “déjate de joterías, ahí están tus discos, vas” y que se arma, dejé de pronto de escuchar todo lo que me había servido de break y me sumergí de nuevo en el metal.
Inicio de vida adulta
10.- Deep Inside of Nowhere. Nightingale
Hay miles de canciones que se quedan sin mención y sin su tiempo en el soundtrack, pero creo que es imposible incluir todas las que quisiera y no incluir ésta sería una grosería. Cuando mi mamá falleció no podía escuchar música, mucho menos música que hablaba de la muerte así como así, y por suerte unos años antes había encontrado esta canción de un grupo metalero que decidió ser rock progresivo. Cuando la escuché unos días después del funeral fue por el título, porque en efecto me sentía en el fondo de ningún lado; la letra de pronto se metió en mí hasta lo más profundo y me hizo sentir que no estaba solo, que había más gente que sentía lo que era estar perdido y confundido, que no era el único con un dolor tan profundo que se volvía casi indescriptible, pero lo que podías describir era ese infierno en el que te encontrabas y del que por alguna razón tampoco querías salir, pero eras excesivamente infeliz dentro de él. Recuerdo como sentí cuando empezó la canción la primera vez que la oí después del incidente: “Surrounded by silence, no one is here with me, I am alone, lost and solitaire. And I have heard all these stories of Heaven, but where is the one I should meet? No heartbeat nor breath, only darkness everywhere”. Y fue todo lo que necesité, se volvió la única canción que podía escuchar los primeros días, porque ansiaba sentirme entendido y comprendido y dejar de sentirme solo.
11.- Godhead’s Lament/Bleak. Opeth
Opeth es uno de esos grupos como At the Gates, simplemente hay una genialidad ahí que me llama, que me hace escucharlos con avidez. Aunque debo reconocer que muchas veces las letras de Opeth son muy buenas, como es el caso de estas canciones, hay otras canciones donde las letras son una estupidez, y es porque el vocalista ha comentado que escoge las letras como acompañamiento de la música, cosa que está mal. Son tan importantes o más que la música. Pero bueno, estas dos canciones son excelentes y completas en todo sentido, ambas las podría escuchar durante 3 o 4 horas sin parar y no me hartaría, querría más. Y en vivo fueron un evento por sí mismas. Pero en fin, creo que sería imposible incluir escenas de la película de mi vida sin poner estas rolas intercaladas, Bleak justo después de Deep inside of nowhere y Godhead’s lament en el momento en el que el personaje, yo, sale del hoyo en el que está y ve que no todo está mal.
12.- The wicked trilogy. Iced Earth
Esta trilogía no tiene un momento preciso dónde entrar realmente, es como una crítica, de manera fantasiosa, a la humanidad y a la iglesia como institución, temas en los que empecé a pensar desde los 15-16 años, pero que fueron tomando más fuerza conforme más cosas leía y más me iba informado y creando una opinión que no era sólo “me caen mal”, sino una visión más cercana a la que tengo en este momento. Además, Iced Earth es otro de esos grupos que me llegan, pero más que por las letras siempre, es por la voz de su vocalista Matt Barlow. Tiene una manera de hacer que la canción te jale y te sumerja en ella muy particular y casi inigualable. Y en vivo la trilogía es perfecta.
13.- Proverbs of Hell. Ulver
Como dije en la entrada anterior, el metal me acercó a la literatura, y en este caso, la literatura me acercó al metal. Aunque este disco no sea nada metalero excepto por un guitarrazo aquí y allá. Yo había escuchado a Ulver muchos años antes, pero eran demasiado viscerales, un sonido casi primitivo y que parecía que cualquier idiota en su cochera lo había grabado. Por eso cuando me topé con que Ulver había hecho un disco de El matrimonio del cielo y el infierno de William Blake me acerqué con mucho cuidado. Había leído una que otra cosilla de Blake, nunca ese libro, y me daba miedo que Ulver demostrara la teoría de que lo que tocan los metaleros lo hacen mierda. Pero mi sorpresa fue inmensa cuando escuché trip-hop, house, electrónico y metal combinados. Lo que sonaba en papel como una basura fue uno de los discos que más tiempo se ha mantenido en mi computadora y discman, al grado de que tengo casi memorizados los poemas y cuando los escucho no puedo evitar musicalizarlos en mi cabeza. Y más grande fue mi sorpresa cuando un día estaba buscando unos papeles que necesitaba llevarme a mi departamento, porque ya vivía solo, y me topé con una carpeta que tenía el nombre de mi mamá que adentro tenía una fotocopia de los proverbios del infierno, justo el poema/canción que más me gustaba, las máximas que yo más citaba y en las que más pensaba, estaban ahí, habían sido también máximas de ella y era como encontrar algo que nos ligaba de manera fortuita y muy profunda, porque cuando ella las leía, yo ni siquiera sabía quién era Blake, y cuando supe, ella ya no estaba ahí. Pero se fortaleció esa conexión intelectual y emocional que siempre había existido.
14.- Alone/Ad Astra/The Chaos Path/Of Nails and Sinners. Arcturus
Casi podría incluir todo el disco La Masquerade Infernale de Arcturus en el soundtrack de mi vida, de hecho podría incluir también The Sham Mirrors y Sideshow Symphonies, ya que todos esos discos de Arcturus me encantan e imaginar mi vida adulta sin sus canciones es difícil. Pero las canciones mencionadas son los más claros ejemplos de una afición que empezó justo con música que no era 100% metalera, pero con un sonido tan especial que no había manera de que no me gustara. Aunque no es un trago fácil de pasar por lo extraño de la música, sin contar la voz con sus altibajos y gritillos, me alegra haber podido pasarme ese trago porque me han acompañado por distintas etapas de mi vida. No puedo imaginar el tiempo que pasé en Estados Unidos con la loca sin La masquerade, cuando estaba solo era el disco que generalmente escuchaba y me tranquilizaba, me llenaba la mente de imágenes de carnavales, fiestas de disfraces, ángeles cayendo del cielo hacia el infierno, personas con mascaras y antifaces; todo eso me ayudaba a no agarrar un bat y destrozarle el cráneo a la lunática esa jajaja.
Final
15.- To bid you farewell. Opeth
Obvio falta mucho para el final de la película, seguro con el paso de los años me daré cuenta de que el soundtrack debería ser un disco doble o hasta triple, pero en este momento creo que esta canción sonaría muy bien en la última escena, obviamente en un panteón durante un funeral, en lo que la imagen se difumina y salen los créditos, acompañados de fotos reales y demás. Claro, con una canción de 13 minutos que debe sonar completa, deberían o ser muchas fotos o muchos créditos.
jueves, 15 de enero de 2009
Jueves 11 am. O, Cómo el metal me cambió la vida.
Suena estúpido, lo sé, decir que la música metalera me cambió la vida. Pero es una realidad. ¿Cómo? ¿Por qué? Bueno, es lo que explicaré a continuación para las dos muchachas que sé que son las únicas lectoras frecuentes de este blog.
A los 15 años me encontraba en esos momentos de confusión adolescente en los que te crees un adulto muy maduro, pero en realidad eres un puberto güey, y para colmo me sentía muy malo. Obviamente escuchaba a Marilyn Manson y Nine Inch Nails y ya creía que era de lo más rudo. Pero siempre como que le faltaba algo a todo, y un buen día un ex amigo llamado Anibal me pusó un disco de un grupo darketón llamado Lacrimosa. Pues bueno, fue como si se me abrieran los ojos de golpe.Y no es como que la música dark me guste mucho, pero fue la emoción de escuchar algo distinto, algo que no había oído antes y que no estaba en el radio ni en MTV.
Después ya fui y me compré mi primer disco metalero, algo así como un rito de iniciación: recuerdo bien que fue de Testament y el disco es Demonic que es un poco thrash con death; después empecé a comprar casi puros discos de doom metal, tipo de metal que ahora no soporto. Después del doom me enfoqué en el black metal porque me entró lo satanista o algo por el estilo, simplemente me gustaba la música y los temas no me molestaban, la blasfemia siempre ha sido algo que me ha gustado si he de ser sincero. El black metal fue un gusto que me duró bastantes años, como de los 16 a los 20. Aunque el estilo que realmente me tocó y al que le juré lealtad y amor fue al death metal. El death me ha gustado desde que lo empecé a escuchar, desde el brutal/gore death metal hasta el death melodico, las guitarras, la bateria, el bajo, cuando se escucha, pero sobre todo la voz siempre me han llamado la atención y hecho muy feliz.
Mi gusto por el death empezó con At the Gates y su fabuloso disco llamado Slaughter of the Soul, que se ha mantenido entre mis discos favoritos por 9 años y partiendo de ahí me fui diversificando entre los generos metaleros, pero siempre más hacia el lado del death.
Pero como pasa cuando uno crece, me corté el cabello, me empecé a vestir menos metalero, sin llegar a verme decente, pero ya no traigo playeras con portadas de discos todos los días, sólo de vez en cuando, y descubrí que no importa como me vea por fuera, sé que soy metalero de corazón aunque a veces escuche punk, jazz, rock, ska o cualquier estilo músical que de pronto me llama la atención; eventualmente regreso siempre a escuchar metal.
Bueno, esa es mi historia metalera, un poco desviada de mi punto original del blog, pero ya voy de regreso a eso. Bueno, el black metal tiene dos vertientes principales, tal vez más, pero las que más me gustan son la pagana y la satanica. El 90% de los grupos de black metal son de Noruega y Suecia, por lo tanto cuando caen en el paganismo hablan de mitología nórdica y temas relacionados, temas que me llaman mucho la atención. Seamos sinceros, todo mundo se desvive al escuchar de los mitos griegos/romanos "Ay que hermoso, Zeus se hizo toro para poder violar a una chava que no le aflojaba y Hera, como buena mujer histérica, descargó su furia con la pobre babosa esa en vez de con el culero de su esposo" y en lo personal no me gustan mucho, entonces cuando empecé a leer sobre mitología nórdica acabé encantado.
Por lo mismo, cuando empecé a leer mitología recordé lo mucho que me gustaba leer, porque de niño lo hacía, aunque en la secundaria tuve mi época de oscurantismo y dejé la lectura por completo, y cuando se me empezó a acabar mitología que leer recurrí a El señor de los anillos y de ahí a un sinfín de novelas de fantasía, pero esas también se me fueron terminando y tuve que empezar a recoger los libros de mi mamá y regresé a leer novelas, regresé de lleno a la literatura con José Saramago y su famoso Ensayo sobre la ceguera, porque obviamente no me ando con medias tintas, hay que empaparse de lleno con la literatura, y ya de ahí terminé leyendo autores como García Marquéz, aunque nunca me ha autografiado un libro ni dibujado una flor en él, Dostoievski, Tolstoi, Chejov, Turgeniev, Gogol, Zola, Cortazar, Vargas Llosa, a quien considero uno de los mejores escritores latinoamericanos de todos los tiempos.
En fin, la conexión parece muy pequeña y forzada, pero en realidad fueron las constantes menciones en canciones a Naglfar (el barco de los muertos que está hecho con las uñas de los cadaveres), Yggdrassil (el árbol/centro rector del mundo mitológico nórdico), Jotunheim (la tierra de los gigantes de hielo), Odin (máximo dios del panteón escandinavo), Heimdall (protector del puente arcoiris entrada a Asgard y quien sonará el cuerno cuando vea a las hordas de gigantes de fuego atacar) y todos los demás dioses y lugares de la mitología escandinava lo que me llevó a agarrar un libro de nuevo y leerlo con avidez.
Y bueno, después de eso acabé estudiando literatura en la UNAM. Aunque casí dejé la carrera en segundo semestre porque todos querían ser escritores, investigadores o maestros y yo no, yo sólo quería leer muchos libros. Hasta que fui a una firma de autografos de José Saramago y le dije "gracias a usted estudio letras", y como que no me hizo mucho caso, pero después de firmar mi libro me agarró del brazo y me dijo "Qué bueno que estudies letras, busca las letras porque muchas veces necesitan ser encontradas" y creo que eso me motivó a seguir en la carrera.
A los 15 años me encontraba en esos momentos de confusión adolescente en los que te crees un adulto muy maduro, pero en realidad eres un puberto güey, y para colmo me sentía muy malo. Obviamente escuchaba a Marilyn Manson y Nine Inch Nails y ya creía que era de lo más rudo. Pero siempre como que le faltaba algo a todo, y un buen día un ex amigo llamado Anibal me pusó un disco de un grupo darketón llamado Lacrimosa. Pues bueno, fue como si se me abrieran los ojos de golpe.Y no es como que la música dark me guste mucho, pero fue la emoción de escuchar algo distinto, algo que no había oído antes y que no estaba en el radio ni en MTV.
Después ya fui y me compré mi primer disco metalero, algo así como un rito de iniciación: recuerdo bien que fue de Testament y el disco es Demonic que es un poco thrash con death; después empecé a comprar casi puros discos de doom metal, tipo de metal que ahora no soporto. Después del doom me enfoqué en el black metal porque me entró lo satanista o algo por el estilo, simplemente me gustaba la música y los temas no me molestaban, la blasfemia siempre ha sido algo que me ha gustado si he de ser sincero. El black metal fue un gusto que me duró bastantes años, como de los 16 a los 20. Aunque el estilo que realmente me tocó y al que le juré lealtad y amor fue al death metal. El death me ha gustado desde que lo empecé a escuchar, desde el brutal/gore death metal hasta el death melodico, las guitarras, la bateria, el bajo, cuando se escucha, pero sobre todo la voz siempre me han llamado la atención y hecho muy feliz.
Mi gusto por el death empezó con At the Gates y su fabuloso disco llamado Slaughter of the Soul, que se ha mantenido entre mis discos favoritos por 9 años y partiendo de ahí me fui diversificando entre los generos metaleros, pero siempre más hacia el lado del death.
Pero como pasa cuando uno crece, me corté el cabello, me empecé a vestir menos metalero, sin llegar a verme decente, pero ya no traigo playeras con portadas de discos todos los días, sólo de vez en cuando, y descubrí que no importa como me vea por fuera, sé que soy metalero de corazón aunque a veces escuche punk, jazz, rock, ska o cualquier estilo músical que de pronto me llama la atención; eventualmente regreso siempre a escuchar metal.
Bueno, esa es mi historia metalera, un poco desviada de mi punto original del blog, pero ya voy de regreso a eso. Bueno, el black metal tiene dos vertientes principales, tal vez más, pero las que más me gustan son la pagana y la satanica. El 90% de los grupos de black metal son de Noruega y Suecia, por lo tanto cuando caen en el paganismo hablan de mitología nórdica y temas relacionados, temas que me llaman mucho la atención. Seamos sinceros, todo mundo se desvive al escuchar de los mitos griegos/romanos "Ay que hermoso, Zeus se hizo toro para poder violar a una chava que no le aflojaba y Hera, como buena mujer histérica, descargó su furia con la pobre babosa esa en vez de con el culero de su esposo" y en lo personal no me gustan mucho, entonces cuando empecé a leer sobre mitología nórdica acabé encantado.
Por lo mismo, cuando empecé a leer mitología recordé lo mucho que me gustaba leer, porque de niño lo hacía, aunque en la secundaria tuve mi época de oscurantismo y dejé la lectura por completo, y cuando se me empezó a acabar mitología que leer recurrí a El señor de los anillos y de ahí a un sinfín de novelas de fantasía, pero esas también se me fueron terminando y tuve que empezar a recoger los libros de mi mamá y regresé a leer novelas, regresé de lleno a la literatura con José Saramago y su famoso Ensayo sobre la ceguera, porque obviamente no me ando con medias tintas, hay que empaparse de lleno con la literatura, y ya de ahí terminé leyendo autores como García Marquéz, aunque nunca me ha autografiado un libro ni dibujado una flor en él, Dostoievski, Tolstoi, Chejov, Turgeniev, Gogol, Zola, Cortazar, Vargas Llosa, a quien considero uno de los mejores escritores latinoamericanos de todos los tiempos.
En fin, la conexión parece muy pequeña y forzada, pero en realidad fueron las constantes menciones en canciones a Naglfar (el barco de los muertos que está hecho con las uñas de los cadaveres), Yggdrassil (el árbol/centro rector del mundo mitológico nórdico), Jotunheim (la tierra de los gigantes de hielo), Odin (máximo dios del panteón escandinavo), Heimdall (protector del puente arcoiris entrada a Asgard y quien sonará el cuerno cuando vea a las hordas de gigantes de fuego atacar) y todos los demás dioses y lugares de la mitología escandinava lo que me llevó a agarrar un libro de nuevo y leerlo con avidez.
Y bueno, después de eso acabé estudiando literatura en la UNAM. Aunque casí dejé la carrera en segundo semestre porque todos querían ser escritores, investigadores o maestros y yo no, yo sólo quería leer muchos libros. Hasta que fui a una firma de autografos de José Saramago y le dije "gracias a usted estudio letras", y como que no me hizo mucho caso, pero después de firmar mi libro me agarró del brazo y me dijo "Qué bueno que estudies letras, busca las letras porque muchas veces necesitan ser encontradas" y creo que eso me motivó a seguir en la carrera.
jueves, 1 de enero de 2009
Jueves 5 de la tarde. U, Otro año que llega y uno que se fue
Acabó 2008.
Quiero hacer un recuento de 2008 más que nada para fines personales.
El año pasado empezó recibiendo un beso de una australiana en un antro/bar/restaurante en Cancún, no fue nada glorioso ni pasional, sólo un beso de año nuevo. Después fui asaltado en Cancún de regreso a mi hostal, perdí mi cámara y mi celular. Luego las cosas mejoraron y me fui a playa del Carmen unos días y conocí personas muy chidas. Regresé al DF con la peor gripa que me ha dado en años y estuve semana y media en cama pidiendo a gritos que me mataran (porque soy muy dramas ante la enfermedad). Finalmente, nadie me hizo caso y aquí sigo. Me curé bien y regresé al trabajo como siempre, le echamos todos los kilos a la revista y sacamos los números que se pudieron en el año, trabajé en unos libros también, pero nada fuera de lo normal. Después, me enteré que se solicitaba editor/corrector de estilo en National Geographic y mandé mi currículum; obviamente no me lo dieron, pero bueno, ahí estaba una oportunidad. Afiancé más mi puesto en la coordinación y la revista, al punto de que creo que soy indispensable y se la pensarían dos veces antes de correrme.
Mi trabajo está vanagloriado en Hollywood y en los lugares comunes por la gente, piensan que somos algo parecido a pináculos de la cultura y que llevamos vidas glamourosas, en realidad estamos sentados frente a computadoras todo el día, tomando café o té, leyendo cosas de otros, haciéndolas presentables y legibles para que esas otras personas tengan todo el crédito. De vez en cuando un autor te agradece y tu nombre hasta aparece en la lista de agradecimientos, o resaltan un poco más tu nombre en los créditos del libro, pero no pasa de eso. No asisto a fiestas de la gran sociedad literaria y cultural mexicana, ni siquiera creo que existan para gente de mi edad. Aunque tal vez existen y soy el outcast de la cultura mexicana. Quién sabe. No es como que me importe realmente.
El año siguió su curso normal y monótono. Warcraft en los días que había raids, limpiamos toda la expansión con mi guild y fuimos muy felices, se siente como que lograste algo, aunque sea en un videojuego que no aporta nada al mundo real, pero es una satisfacción bastante buena. Puedo decir que entre las cosas más rescatables del año y que fueron nuevas fue que forjé una amistad muy chida con Marcela antes de que se casara, entonces en vez de ser la esposa de mi amigo a quien conozco, la considero una amiga independientemente de su relación con mi amigo. Pero es un plus que estén casados, así mato dos pajaros de un tiro cuando salimos, logro platicar con los dos.
Otra cosa emocionante del año fue eso, la boda del nipón y Marcela. En verdad fue un evento muy chido y del que formamos parte por ser del cortejo nupcial, estuvo bien al tiro no ser nada más un invitado más. Y qué decir de la boda, estuvo increíble, no sé si porque estaban ahí casi todos mis amigos o porque en realidad estuvo muy buena. El punto es que me la pasé de 10.
Antes de eso me había re-encontrado con viejos amigos de la prepa. Hector, Erick e Israel. Aunque el último y yo en realidad no volvimos a la amistad que teníamos cuando yo tenía 20 años, pero bueno, nos volvimos a hablar y ver. Con Hector y Erick sí empecé a salir más y hubo más de una ocasión en que se nos pasó la mano, y la tarjeta, en una noche de juerga desenfrenada como si tuvieramos 17 de nuevo. Pero han valido la pena todas esas, después de mudarme solo perdí todo el interés por salir y echar desmadre, entonces hacerlo de nuevo y recordar que me gustaba estuvo muy chido.
En cuanto a mis propósitos de año nuevo para 2008...no cumplí más de dos o tres, pero tampoco me obsesiona eso, ni modo, no se dio la situación y no hubo una conjunción de factores para que ocurrieran, entonces no vale la pena llorar por eso.
¿Qué depara 2009? La verdad no sé. Sólo sé que será distinto porque esta vez sí quiero hacer más cosas, aunque sean de lo mismo, pero quiero hacer más, quiero viajar de nuevo, quiero estar emocionado de nuevo, quiero sentirme todo joven y feliz por las cosas de nuevo, entonces haré cosas que me lleven a ese estado. Claro, va a ser difícil porque en 2008 Elisa se fue a España. Hay dos cosas importantes ahí. Bueno, varias, haré un listado.
1.- Es mi mejor amiga y probablemente, fuera de mi familia, a la persona que más quiero.
2.- Es una de las pocas personas que realmente me conoce y me entiende, alguien con quien puedo platicar abiertamente y ser yo mismo sin temor.
3.- Alguien que, desde la facultad, siempre ha estado ahí para mi y me gusta pensar que yo también he estado ahí para ella.
4.- Es un recordatorio de que debo ponerme las pilas y terminar mi tesis y empezar a descifrar si quiero un día regresar a la escuela a una maestría o un curso en el extranjero. Ver a tantos de mis compañeros de escuela o gente de mi edad en otros países a veces me pesa porque podría ser yo, pero por desidia, flojera y miedo sigo aquí. Aunque también pienso que si en realidad lo quisiera, lo haría.
Cuando se fue a Francia en 2006 no me afectó tanto porque estaba en un momento de mi vida muy cambiante: venía regresando de una relación desastrosa, dejé de vivir solo para irme a vivir con dos amigos, tenía un nuevo trabajo. Todo era muy cambiante y aunque me hacía falta salir con ella y verla, platicabamos bastante. Pero esta vez que se fue me di cuenta de lo mucho que la extrañaba cuando me pasaba algo que sólo a ella le podía contar y no le podía hablar por teléfono o no estaba en línea porque me pasaba a las 11 pm. Pero con todo eso, hemos mantenido nuestra amistad tan fuerte como siempre y sigue escuchando mis histerias y dandome consejos que a final de cuentas nunca sigo o sigo a medias.
Pero bueno, 2009 está aquí. No tengo unos propósitos muy claros de qué quiero hacer, pero quiero cambiar las cosas como ya dije antes. A lo mejor es momento de dejar un poco la misantropía extrema y darme chance de conocer más personas, por mucho que en el fondo sepa que a final de cuentas el 99% de las personas te van a defraudar, tal vez hasta salir de nuevo al dating world y ver de a cómo me toca o ya aceptar que seré un muy feliz treinta-añero solteron echándo desmadre. No sé. Es sólo el primer día del año.
Pero este año he decidido no dejar que pasen los días uno tras otro y yo aquí sentado en la hueva y desidia.
Eso es todo por ahora.
Quiero hacer un recuento de 2008 más que nada para fines personales.
El año pasado empezó recibiendo un beso de una australiana en un antro/bar/restaurante en Cancún, no fue nada glorioso ni pasional, sólo un beso de año nuevo. Después fui asaltado en Cancún de regreso a mi hostal, perdí mi cámara y mi celular. Luego las cosas mejoraron y me fui a playa del Carmen unos días y conocí personas muy chidas. Regresé al DF con la peor gripa que me ha dado en años y estuve semana y media en cama pidiendo a gritos que me mataran (porque soy muy dramas ante la enfermedad). Finalmente, nadie me hizo caso y aquí sigo. Me curé bien y regresé al trabajo como siempre, le echamos todos los kilos a la revista y sacamos los números que se pudieron en el año, trabajé en unos libros también, pero nada fuera de lo normal. Después, me enteré que se solicitaba editor/corrector de estilo en National Geographic y mandé mi currículum; obviamente no me lo dieron, pero bueno, ahí estaba una oportunidad. Afiancé más mi puesto en la coordinación y la revista, al punto de que creo que soy indispensable y se la pensarían dos veces antes de correrme.
Mi trabajo está vanagloriado en Hollywood y en los lugares comunes por la gente, piensan que somos algo parecido a pináculos de la cultura y que llevamos vidas glamourosas, en realidad estamos sentados frente a computadoras todo el día, tomando café o té, leyendo cosas de otros, haciéndolas presentables y legibles para que esas otras personas tengan todo el crédito. De vez en cuando un autor te agradece y tu nombre hasta aparece en la lista de agradecimientos, o resaltan un poco más tu nombre en los créditos del libro, pero no pasa de eso. No asisto a fiestas de la gran sociedad literaria y cultural mexicana, ni siquiera creo que existan para gente de mi edad. Aunque tal vez existen y soy el outcast de la cultura mexicana. Quién sabe. No es como que me importe realmente.
El año siguió su curso normal y monótono. Warcraft en los días que había raids, limpiamos toda la expansión con mi guild y fuimos muy felices, se siente como que lograste algo, aunque sea en un videojuego que no aporta nada al mundo real, pero es una satisfacción bastante buena. Puedo decir que entre las cosas más rescatables del año y que fueron nuevas fue que forjé una amistad muy chida con Marcela antes de que se casara, entonces en vez de ser la esposa de mi amigo a quien conozco, la considero una amiga independientemente de su relación con mi amigo. Pero es un plus que estén casados, así mato dos pajaros de un tiro cuando salimos, logro platicar con los dos.
Otra cosa emocionante del año fue eso, la boda del nipón y Marcela. En verdad fue un evento muy chido y del que formamos parte por ser del cortejo nupcial, estuvo bien al tiro no ser nada más un invitado más. Y qué decir de la boda, estuvo increíble, no sé si porque estaban ahí casi todos mis amigos o porque en realidad estuvo muy buena. El punto es que me la pasé de 10.
Antes de eso me había re-encontrado con viejos amigos de la prepa. Hector, Erick e Israel. Aunque el último y yo en realidad no volvimos a la amistad que teníamos cuando yo tenía 20 años, pero bueno, nos volvimos a hablar y ver. Con Hector y Erick sí empecé a salir más y hubo más de una ocasión en que se nos pasó la mano, y la tarjeta, en una noche de juerga desenfrenada como si tuvieramos 17 de nuevo. Pero han valido la pena todas esas, después de mudarme solo perdí todo el interés por salir y echar desmadre, entonces hacerlo de nuevo y recordar que me gustaba estuvo muy chido.
En cuanto a mis propósitos de año nuevo para 2008...no cumplí más de dos o tres, pero tampoco me obsesiona eso, ni modo, no se dio la situación y no hubo una conjunción de factores para que ocurrieran, entonces no vale la pena llorar por eso.
¿Qué depara 2009? La verdad no sé. Sólo sé que será distinto porque esta vez sí quiero hacer más cosas, aunque sean de lo mismo, pero quiero hacer más, quiero viajar de nuevo, quiero estar emocionado de nuevo, quiero sentirme todo joven y feliz por las cosas de nuevo, entonces haré cosas que me lleven a ese estado. Claro, va a ser difícil porque en 2008 Elisa se fue a España. Hay dos cosas importantes ahí. Bueno, varias, haré un listado.
1.- Es mi mejor amiga y probablemente, fuera de mi familia, a la persona que más quiero.
2.- Es una de las pocas personas que realmente me conoce y me entiende, alguien con quien puedo platicar abiertamente y ser yo mismo sin temor.
3.- Alguien que, desde la facultad, siempre ha estado ahí para mi y me gusta pensar que yo también he estado ahí para ella.
4.- Es un recordatorio de que debo ponerme las pilas y terminar mi tesis y empezar a descifrar si quiero un día regresar a la escuela a una maestría o un curso en el extranjero. Ver a tantos de mis compañeros de escuela o gente de mi edad en otros países a veces me pesa porque podría ser yo, pero por desidia, flojera y miedo sigo aquí. Aunque también pienso que si en realidad lo quisiera, lo haría.
Cuando se fue a Francia en 2006 no me afectó tanto porque estaba en un momento de mi vida muy cambiante: venía regresando de una relación desastrosa, dejé de vivir solo para irme a vivir con dos amigos, tenía un nuevo trabajo. Todo era muy cambiante y aunque me hacía falta salir con ella y verla, platicabamos bastante. Pero esta vez que se fue me di cuenta de lo mucho que la extrañaba cuando me pasaba algo que sólo a ella le podía contar y no le podía hablar por teléfono o no estaba en línea porque me pasaba a las 11 pm. Pero con todo eso, hemos mantenido nuestra amistad tan fuerte como siempre y sigue escuchando mis histerias y dandome consejos que a final de cuentas nunca sigo o sigo a medias.
Pero bueno, 2009 está aquí. No tengo unos propósitos muy claros de qué quiero hacer, pero quiero cambiar las cosas como ya dije antes. A lo mejor es momento de dejar un poco la misantropía extrema y darme chance de conocer más personas, por mucho que en el fondo sepa que a final de cuentas el 99% de las personas te van a defraudar, tal vez hasta salir de nuevo al dating world y ver de a cómo me toca o ya aceptar que seré un muy feliz treinta-añero solteron echándo desmadre. No sé. Es sólo el primer día del año.
Pero este año he decidido no dejar que pasen los días uno tras otro y yo aquí sentado en la hueva y desidia.
Eso es todo por ahora.
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