He estado siguiendo las noticias estas últimas semanas, sin mucho interés si he de ser sincero, entre la catástrofe de Haití, los narco homicidios en México y la iglesia rasgándose las vestiduras por lo del matrimonio de homosexuales en la Ciudad de México. Estuve notando una tendencia en casi todos los periódicos que leía (no cuento las noticias de la televisión ya que rara vez las veo). Los medios crean cortinas de humo ante el horror. Imaginemos que la noticia es una fotografía, en ella hay una escena de un horror y una inhumanidad increíble, es tal la brutalidad y la “realidad” de la imagen que el cerebro instintivamente busca otro punto de enfoque para cuidarnos de la locura que nos va a provocar el mirar eso durante más tiempo. En los medios de comunicación masivos primero revisan de pasada la imagen principal, nos enfrentan con el horror de lleno y después empiezan a fijarse que en la esquina derecha sale un perrito con un suéter muy coqueto, que en el fondo se ve un árbol con manzanas, que en el piso se ven las marcas de unos neumáticos y que en una pared fuera de foco podemos ver un graffiti con temas revolucionarios; y así, lentamente, alejaron nuestra vista y nuestra percepción del horror y la locura que nos esperaba si nos enfocábamos en la imagen principal.
Obviamente no presento esto como una hipótesis deconstructiva de los medios de comunicación ni como un llamado a cambiar las cosas o a dejar de leer el periódico, es simplemente algo que empecé a notar gracias a lo de Haití y a lo de la reforma de las leyes de convivencia del DF. ¿Por qué es tal el énfasis en la “invasión” militar de Estados Unidos a Haití después del terremoto? ¿Por qué la imagen de unos marines aterrizando en el palacio de gobierno de Puerto Príncipe le dio la vuelta al mundo? ¿Por qué los periódicos de corte centro izquierda enfocan su atención en el Imperio extendiendo sus garras a Latinoamerica con ganas de conquista? ¿Por qué los periódicos de centro derecha justifican el arribo de tropas? Muy simple, porque si no nos distraen, y se distraen a ellos mismos con eso de paso, lo único que nos pueden mostrar es el horror que debe ser Haití ahora: 200 mil muertos, miles de heridos de por vida, putrefacción y muerte en las calles, un país miserable con una historia reciente llena de violencia y más muerte, imágenes de tumbas comunales apiladas con cadáveres que nadie va a reclamar, imágenes de niños desnutridos y mutilados, imágenes de padres de familia llorando por los hijos muertos, el hombre reducido a su estado más animal y primario buscando sobrevivir de cualquier manera posible.
¿Qué cerebro cuerdo podría ver esto todos los días y seguir conectado a la realidad? Cuando nuestro mayor problema es que nos tocaron varios semáforos en rojo, que hay mucha fila en el banco, que cablevisión no tenía nada bueno en la tele, que la película que anhelábamos ver es en realidad una mierda, ¿en realidad podríamos enfrentarnos al horror inconmensurable de una catástrofe como la de las últimas semanas y salir indemnes? Obviamente, si nos pasa a nosotros, un nuevo 85, tenemos que adaptarnos para sobrevivir, o quedarnos quietecitos y esperar a que todo pase, o a morir tranquilamente. Y no digo que nuestros problemas arriba mencionados sean una idiotez, pero es con lo que sabemos lidiar cotidianamente, lo que nuestro cerebro puede aceptar y procesar.
Terry Pratchett, escritor satírico inglés, tiene una serie de novelas llamada Discworld y en ellas Muerte es un personaje al cual los adultos no pueden ver porque sus cerebros se niegan a aceptar que está ahí porque no quieren ver la muerte. Hasta hace poco no había entendido la profundidad de ese símil. Una vez que dejamos la niñez y comprendemos a la muerte como algo más que un viaje largo o una ausencia, es más como un sufrimiento permanente y unas cicatrices que realmente nunca se borran (no la muerte propia obviamente, la de gente que conocemos, las cicatrices las traemos los vivos, los muertos ya nada sienten o saben), adoptamos un sistema de protección personal que nos impide bañarnos de muerte (porque parte de estar vivo es estar rodeado de muerte) porque si aceptáramos y viéramos toda la muerte del mundo, así como la infinidad de horrores que conforman el día a día de los seres humanos, indudablemente acabaríamos sumidos en la más grave de las locuras, o nos volveríamos insensibles al grado de perder nuestras concepciones de la dicha y del dolor.
Claro, existen muchas personas que gustan de ver el horror humano porque no les está pasando a ellos. Los vemos a diario en la calle, tal vez algunos de los que lean esto son parte de esas personas, y son aquellas personas que pueden ver los periódicos de nota roja y las imágenes cruentas y “gore” que encontramos en internet y no sentir nada, bueno, seguro sienten algo, unos curiosidad, otros asco, otros atracción y otros indiferencia total. Muchos de nosotros apartamos la mirada y fingimos que no acabamos de ver esa horrible imagen, porque una cosa es ver una imagen así o más horrible en una película, comic o leerla en un libro de ficción, a final de cuentas sabemos que es una historia, por más basada que esté en hechos reales es falso; si regresamos unas páginas más, el personaje sigue vivo, si regresamos a la primera escena de la película ahí sigue el niño jugando con su perrito, no tenemos que verlo morir, o simplemente lo vemos morir y nos decimos a nosotros mismos “al fin no es real”. Pero cuando pasa en un país que podemos localizar en un mapa ya no es ficción, tal vez estén a cincuenta mil kilómetros de distancia, pero podría pasar aquí, ese temblor podría pasar aquí, y no aquí en el país, aquí en la ciudad, y entonces vamos a ser nosotros los que tengamos que pedir agua en botella a otros países, latas de atún y chicharos, lo que sea, pero que nos ayude a sobrevivir. Y cuando es así de real, muchas veces alejamos la vista y nos enfocamos en si los gringos están invadiendo o si los “pobres negritos” están recibiendo las botellas de agua que mandamos.
Claro, también nos enfocamos en las historias del triunfo del espíritu y la resistencia humana, como la imagen del niño levantando los brazos y sonriendo por estar vivo, la de la anciana cantando y gritando de felicidad mientras la sacan de unos escombros en una camilla, la de los familiares abrazados después de haber pensado lo peor. Nos tiene que quedar algo de esperanza después de todo, toda tragedia, por más horrible que sea, tiene sus momentos donde el espíritu humano, el mismo que nos ha salvado de la extinción, brilla por su presencia y nos hace ver, a los que sólo somos espectadores, que hasta en los peores momentos, hasta en la oscuridad más profunda, puede haber una luz y es alcanzable.
En cuanto a lo de la ley de convivencia en el DF, es otra cortina de humo a mi parecer; el GDF sabía lo retrogradas que iban a ser los mandamases de la iglesia católica y sus seguidores más fervientes, es imposible que pensarán que no iba a haber una reacción en cadena ante la posibilidad de que los homosexuales y lesbianas pudieran casarse legalmente y, para colmo, adoptar niños. Creo que como ciudadanos es casi nuestra obligación desconfiar del gobierno aunque hayamos votado por él (aunque yo no voté por Ebrard y compañía), por lo que creo que esta ley es una cortina de humo para distraernos de algo que están planeando atorarnos, o que ya nos atoraron y que, por estar tan ocupados leyendo y escuchando las declaraciones de la iglesia y sus partidarios, así como de los grupos pro gay, ni vimos venir. Nos vamos a dar cuenta demasiado tarde de que un presupuesto para algún monumento a la futilidad fue aprobado, que hay una nueva ley que permite a las personas dispararle a los fumadores, un aumento extra a algún impuesto, una tenencia especial o quién sabe qué se les ocurra, pero por ese tipo de cosas la gente capaz y sí toma la calle en protesta o las cosas se ponen muy tensas, después de todo es 2010 y, en la historia de México la primera década de los siglos ha significado guerra y sublevación contra el status quo, entonces mejor no moverle y distraer a las personas con algo polémico.
No digo que no sea importante una ley de este estilo, lo es, aunque desde un punto de vista práctico, uno que adopto muchas veces aunque en realidad es tan poco práctico como pelar una naranja con las orejas, es que los homosexuales antes que homosexuales son seres humanos y ciudadanos y la constitución mexicana dice que todos los hombres gozamos de los mismos derechos. Si yo puedo casarme y adoptar hijos, teniendo en cuenta que podría ser un sicópata, aunque un sicópata heterosexual, cualquier hijo de vecino, por gay que sea, debería gozar de los mismos derechos. Aunque si la historia nos ha enseñado algo es que en realidad los hombres no somos iguales. Decía Mijail Bakunin: “Desde el punto de vista natural todos los hombres son iguales. Sólo hay dos excepciones a esta regla: los genios y los idiotas.” Por desgracia, todos como sociedad que busca, primero que nada, su supervivencia y escala social, hemos ido añadiendo más y más excepciones a la regla natural: los pobres, los revolucionarios, los diferentes, los gays, los que no piensan lo que yo pienso, los que no están de acuerdo conmigo, los que me contradicen, los que no entran en mis parámetros de normalidad.
Por lo tanto ahora todo aquel que rompa el parámetro de familia convencional y tradicional debe luchar por sus derechos para ser considerado un ciudadano, aunque pague impuestos igual que su vecino y se atenga a las mismas leyes, en realidad el ser individual parece ser una afrenta al status quo y a lo que queremos ver y por lo tanto debe ser un secreto a voces o suprimido en caso de ser posible (el famoso axioma “no tengo pedo en que sean gays, mientras no los vea” es un claro ejemplo que muchos hemos usado). Debo aclarar que todo esto es teniendo en cuenta que hablamos de adultos consientes que están de acuerdo en lo que hacen y que tienen capacidad de decisión; violadores, pedófilos, necrófilos y zoofilicos no cuentan porque tienen desviaciones en las cuales atentan contra la capacidad del otro de decidir si quieren entrar al quite o no.
Muy rara vez expreso mis opiniones e ideas políticas, tal vez sea la primera y única vez que lo haga en este blog. Están en todo su derecho de estar en desacuerdo conmigo, mi opinión no es la correcta ni la que se debe seguir, es sólo mi opinión y mi manera de ver al mundo, así como yo respeto la de los demás (aunque piense que están mal, cosa que sí hago) espero haya un poco de civilidad con la mía.
lunes, 25 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
Viernes a mediodía. O, Mi locura se incrementa
A veces creo que soy un pésimo novio. No lo puedo evitar, neta que no. Este sentimiento surge de un desapego que siento hacia mis relaciones con las personas.
En general no tengo una necesidad afectiva de ver a mis seres queridos todos los días, de hecho cuando peor me llevo con las personas a las que aprecio es cuando las veo todos los días. Necesito espacio, y no es el espacio metáforico de estar juntos en el mismo cuarto y cada uno haciendo lo suyo. En realidad necesito metros (de ser posible kilómetros) de distancia de las personas para tener tiempo de sumergirme en mí mismo hasta cansarme y después poder regresar a una vida social.
Basta decir que la comunicación telefónica me enerva; odio hablar por teléfono, no sé por qué. Me cuesta mucho trabajo hacerlo seguido y durante largos periodos de tiempo, pero cuando estás a distancia de alguien y no lo ves en varios días, es lo único que tienes. Esto me pasa con Priscila, debido a que no tenemos coche, a que el trabajo de vez en cuando sí se pone pesado y que hay veces que no logramos coordinar nuestros horarios. Por lo cual hablamos por teléfono relativamente seguido, de hecho hablamos diario por teléfono. Y esto me cuesta trabajo. Mucho trabajo.
Ultimamente me quedo sin cosas que decir, empiezan silencios incómodos en los cuales no se me ocurre una manera efectiva de romperlos, empiezo a distraerme mucho y a pensar "ya llevamos más de media hora hablando" o prendo la tele y a veces hasta la computadora y me pongo a jugar WoW.
Obviamente ella nota que mi atención disminuye y que contesto con monosílabos, pero ella lo toma como que las cosas están mal, que tal vez la relación se está estancando y demás, cuando en realidad me gustaría poder decirle lo siguiente, y que ella lo entendiera (porque puedo decirlo, pero sé que ella lo tomaría a mal): "mi vida no es tan interesante como para tener algo que contarte por más de 20 minutos por fon después de que nos mensajeamos durante el día y además hablamos por msn, te juro que a menos que empiece a contarte mentiras e historias irreales o de plano te recite capítulos de libros, mi día a día es bastante inconsecuente y de hecho mis días son aburridos y repetitivos".
Pero no puedo, según tengo entendido hay una etiqueta de las relaciones, no escrita en ningún lado obviamente, en la cual las personas en relaciones afectivas se comprometen por medio de un contrato verbal ("¿quieres ser mi novia?" y demás frases que llevan del estado soltero al estado noviazgo/matrimonio) a compartir las vivencias de sus días, sus anhelos, sus ilusiones, sueños, manías, locuras, miedos, terrores, ansias, ataques de pánico, ataques de neurosis y demás altibajos emocionales que sufran.
No puedo evitar pensar que en realidad no estoy de acuerdo con este contrato verbal. De haber sabido las clausulas desde el principio de mi vida afectiva con otros seres humanos habría pedido que se creara una clausula para mí que dijera "el demandado, Manuel Granados Vargas, no se compromete a compartir cada aspecto de su mente enferma con una o varias personas. El demandado exige que se le permita tener una vida interna tan vasta como él deseé y que no existan repercusiones ni exigencias de que comparta las cosas con otras personas a menos que así lo escoja en algún momento de ebriedad o exultación emocional".
Poco a poco me estoy haciendo a la idea de que así son las relaciones, así han sido siempre y así serán, me cuesta trabajo, a veces siento que casi sacrifico mi individualidad, pero supongo que es parte de mi locura, o en realidad está atentando contra ese reducto del Manuel/Huesos de siempre, ese pequeñuelo que está en lo más profundo de mi ser, escondido entre las sombras y esperando salir para atacar y llevarme de la mano a cometer atrocidades contra la humanidad y después regresará a dormir 30 años más.
Estuve escuchando todo el tiempo en que escribí esto "One Colour Black" de The Black League ya que esa canción me tiene obsesionado desde Noviembre.
En general no tengo una necesidad afectiva de ver a mis seres queridos todos los días, de hecho cuando peor me llevo con las personas a las que aprecio es cuando las veo todos los días. Necesito espacio, y no es el espacio metáforico de estar juntos en el mismo cuarto y cada uno haciendo lo suyo. En realidad necesito metros (de ser posible kilómetros) de distancia de las personas para tener tiempo de sumergirme en mí mismo hasta cansarme y después poder regresar a una vida social.
Basta decir que la comunicación telefónica me enerva; odio hablar por teléfono, no sé por qué. Me cuesta mucho trabajo hacerlo seguido y durante largos periodos de tiempo, pero cuando estás a distancia de alguien y no lo ves en varios días, es lo único que tienes. Esto me pasa con Priscila, debido a que no tenemos coche, a que el trabajo de vez en cuando sí se pone pesado y que hay veces que no logramos coordinar nuestros horarios. Por lo cual hablamos por teléfono relativamente seguido, de hecho hablamos diario por teléfono. Y esto me cuesta trabajo. Mucho trabajo.
Ultimamente me quedo sin cosas que decir, empiezan silencios incómodos en los cuales no se me ocurre una manera efectiva de romperlos, empiezo a distraerme mucho y a pensar "ya llevamos más de media hora hablando" o prendo la tele y a veces hasta la computadora y me pongo a jugar WoW.
Obviamente ella nota que mi atención disminuye y que contesto con monosílabos, pero ella lo toma como que las cosas están mal, que tal vez la relación se está estancando y demás, cuando en realidad me gustaría poder decirle lo siguiente, y que ella lo entendiera (porque puedo decirlo, pero sé que ella lo tomaría a mal): "mi vida no es tan interesante como para tener algo que contarte por más de 20 minutos por fon después de que nos mensajeamos durante el día y además hablamos por msn, te juro que a menos que empiece a contarte mentiras e historias irreales o de plano te recite capítulos de libros, mi día a día es bastante inconsecuente y de hecho mis días son aburridos y repetitivos".
Pero no puedo, según tengo entendido hay una etiqueta de las relaciones, no escrita en ningún lado obviamente, en la cual las personas en relaciones afectivas se comprometen por medio de un contrato verbal ("¿quieres ser mi novia?" y demás frases que llevan del estado soltero al estado noviazgo/matrimonio) a compartir las vivencias de sus días, sus anhelos, sus ilusiones, sueños, manías, locuras, miedos, terrores, ansias, ataques de pánico, ataques de neurosis y demás altibajos emocionales que sufran.
No puedo evitar pensar que en realidad no estoy de acuerdo con este contrato verbal. De haber sabido las clausulas desde el principio de mi vida afectiva con otros seres humanos habría pedido que se creara una clausula para mí que dijera "el demandado, Manuel Granados Vargas, no se compromete a compartir cada aspecto de su mente enferma con una o varias personas. El demandado exige que se le permita tener una vida interna tan vasta como él deseé y que no existan repercusiones ni exigencias de que comparta las cosas con otras personas a menos que así lo escoja en algún momento de ebriedad o exultación emocional".
Poco a poco me estoy haciendo a la idea de que así son las relaciones, así han sido siempre y así serán, me cuesta trabajo, a veces siento que casi sacrifico mi individualidad, pero supongo que es parte de mi locura, o en realidad está atentando contra ese reducto del Manuel/Huesos de siempre, ese pequeñuelo que está en lo más profundo de mi ser, escondido entre las sombras y esperando salir para atacar y llevarme de la mano a cometer atrocidades contra la humanidad y después regresará a dormir 30 años más.
Estuve escuchando todo el tiempo en que escribí esto "One Colour Black" de The Black League ya que esa canción me tiene obsesionado desde Noviembre.
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