En realidad no haré esta entrada sobre mi dolor de estomago con el café, el cual sí es real, aunque no tengo la menor idea de por qué pase; no es una constante, sólo a veces me duele la panza cuando tomo café, otras tantas estoy como si nada. Y sólo pasa con el café, la fabulosa y deliciosa Coca cola no me causa malestar, la chela tampoco y mis amados tamarindos (así como los pica piña y los pica mango) jamás me causan malestar. Tal vez es algo psicosomático y es un reflejo de que la locura se va apoderando de mi mente y cuerpo poco a poco.
En fin, el punto de esta entrada tan tardía y tan espaciada de las anteriores no es hablar de las bondades o maldades del café en mi cuerpo, creo que esta entrada tendrá como punto un recuento de mis últimas semanas/meses y los cambios que han ocurrido en mi vida en muchos aspectos. Va a ser una entrada larga y cansada así que a irse preparando para una lectura prolongada.
A finales de mayo de este año me re-encontré con una amiga/ex novia de la facultad; salimos un par de veces (capaz y me equivoco, ella dice que yo me daba mi taco cuando me invitaba a salir) pero yo salía con ella en un plan absolutamente de amigos ya que por esos meses me gustaba alguien más y soy un tanto "monotemático" y no tiendo a poner atención a terceros cuando una persona me gusta. En fin, nos vimos varias veces y, a pesar de mis desaires inadvertidos o más bien gracias a ellos, ella como que decidió mandarme al diablo después de que regresé de Toronto y supongo que empezó a salir con otro cabrón menos pendejo que yo. En fin, llegó mi cumpleaños y la invité a la celebración. Ahí nos vimos, estuvimos platicando y recuerdo que de pronto empecé a abrazarla, agarrarla de la mano y así, quienes me conocen saben que eso del contacto físico no es lo mio, ni se me da muy naturalmente.
Me terminé dando cuenta que quería salir con ella y no como amigos. Iba a ser sútil y discreto con la situación, pero de pronto decidí tomar el camino contrario y le dije que me gustaba y que quería que salieramos, pero que si aceptaba salir conmigo debía saber que era porque quería que vieramos si todavía teníamos la química de antes y no nada más como amigos. Después de que me dijo que era un pendejo (literalmente me dijo "no chingues, eres un pendejo") y que me relató su versión de nuestra historia reciente ("ya me sentía que te acosaba porque te invitaba a lugares y tu ni me decías que sí, nomás me dabas largas") y que me tuve que disculpar por mi falta de capacidad neuronal en esos momentos me dijo de sopetón que estaba saliendo con otro y que tenía que ver qué onda. Para contrariar más mis costumbres y habitos en vez de desanimare y pensar "a la chingada entonces, ya te arrepentirás" le dije que si ella me decía que yo tenía un chance, por pequeño que fuera, que yo le iba a echar ganas.
Para no hacer el cuento más largo, botó al güey con el que salía y empezó a salir conmigo. Primero fue muy casual, yo no quería que nos pusieramos el título de "novio" y "novia" así que en realidad nunca le llegué y según yo no tenía una sola responsabilidad ni compromiso, estabamos juntos por gusto y cuando teníamos ganas (sí, lo sé, a veces soy así de idiota y me la creo) pero después de un mesesito de ese jueguito en el que, una vez más, segun yo todo bien casual y cool un día ella me aplicó de pronto el "no tengo novio" y hasta feo sentí; recuerdo que le respondí "¿Y yo qué cabrona?" y después de carcajearse me dijo "¿Pues no que tú muy relax el asunto y no se qué?" y ya empezamos a hablar en terminos de "relación" y "pareja" entonces supuse que ahora sí ya me había puesto el collar y la correa así que ya ni modo, mejor lo aceptaba y lo disfrutaba.
Por eso, ahora estoy en una relación, realmente no hay una fecha de inicio como para ir contando los meses o las semanas o las demás ridiculeces que se nos ocurran, supongo que cuando llegue el momento tendremos que improvisar. Lo chistoso es que ella se hizo a la idea desde el principio de que no le iba a decir apodos tiernos o iba a ponerme cual perrito chihuahueño a brincar apenas apareciera, y orinarme de la alegría de paso, pero creo que nunca vio venir mis frases domingueras que oscilan entre la idiotez total y la absoluta falta de tacto. "Ya entiendo porque TENGO que venir a tu casa" "¿Para qué vienes a cuidarme ahora que me siento mal? vives muy lejos, mejor nos vemos otro día que tengamos más tiempo" y otras por el estilo. Pero bueno, ahí vamos poco a poco y creo que ella se lo pasa bien y se divierte conmigo, a pesar de todo.
En otras noticias.
No sé si en mi oficina ya dejaron de ser unos soberbios o sólo lograron reconocer que no soy un estúpido; como que ya por fin no se hacen los sordos cuando hablo. Doy consejos, sugerencias y, de vez en cuando, ordenes de cómo hacer las cosas y ahora las escuchan y generalmente les hacen caso. Eso obviamente ha hecho más llevaderos los días en la oficina y, me atrevo a decir, un poco más divertidos. Aunque parece que al diseñador no le causa tanta gracia como a mí, creo que es más que nada porque a él le toca la carga pesada de los errores y ahora es a él a quien no le hacen caso y toman sus comentarios como jocosidades que dice o no sé qué imaginen, la cosa es que en el proceso de formación de la revista lo andan chingando sin parar y el pobre cabrón se la pasa haciendo corajes porque le llegan a cambiar cosas de último minuto y se arde porque lo alentan más. Como ayer que estaba formando un artículo y llegaron a decirnos que teníamos que ir a un seminario de filosofía porque iban a hacer una revisión del número 9 de la revista y en realidad fueron dos horas absolutamente improductivas, menos para le jefe y otra chava, los demás que estabamos ahí estabamos dibujando, mandando mensajes, otros intentaban dormir. Por lo tanto, el diseñador se ardió porque le retrasan el trabajo ya que pierde la tarde en eso, pero la fecha de entrega sigue siendo la misma sin importar cuánto tiempo le hagan perder.
Lo bueno es que él me hizo darme cuenta que no estoy histérico ni loco, en realidad desesperan y hacen enojar con esas cosas y con no hacernos caso en temas que sí sabemos. Pero ni modo, así nos toca a unos.
Finalmente, gracias a mi tarjeta de crédito dudo irme de vacaciones esta navidad; después de pagarla no tendré lana para un viajecito invernal, el consuelo es que como ya me fui de vacaciones a Canadá no me voy a sentir como que no viajé ni salí ni nada, entonces no tendré el gusanito de irme a algún lugar. Todo depende de qué quieran hacer mi papá y mi abuelita también, dudo que Blanca venga en navidad este año, aunque si viene ella tendrá la decisión final de esa noche. Aunque ahora que estoy en una relación supongo que le debo preguntar a ella si tiene planes para esa noche o para año nuevo (noche en la que planeo ponerme una borrachera de terror, a menos que la noche anterior en la fiesta de Pascual me provoque una congestión alcoholica).
Sin más que agregar dejo aquí esta entrada.
Mientras la escribía escuché: Ved Buens Ende y su disco Written in waters, que por cierto está muy bueno.